Las imágenes del pequeño captadas por el lente del fotógrafo Belal Khaled exponen el absoluto horror y salvajismo cometido por las fuerzas israelíes contra los civiles en Gaza, tras un mes de agresión.
Muhammad es uno de los pocos sobrevivientes de la familia Shaqura y a su alrededor todo es piedra, polvo y destrucción, consecuencia de la política de tierra arrasada que pretende aplicar el ejército sionista.
Junto a él, otros niños gritan a los socorristas y reconocen entre los cadáveres los cabellos de sus madres, estas escenas son testimonios escalofriantes de la crueldad.
Las fuerzas israelíes detonaron 30 mil toneladas de explosivos sobre campos de refugiados, hospitales, escuelas, centros religiosos y hogares, en flagrante violación de los valores éticos, morales y de la dignidad humana.
Ante los ojos del mundo, Israel, apoyado por sus aliados de Occidente, agrede a toda una población entera y la priva de lo esencial para sobrevivir, bajo el único pretexto de una supuesta autodefensa.
Las Naciones Unidas, el papa Francisco, presidentes, líderes de opinión y la mayoría de los pueblos del mundo insisten en detener el genocidio y no convertir a Gaza en el cementerio de los niños palestinos.
Israel desconoce la ley internacional, ignora las políticas del organismo multilateral que aceptó la fundación de su Estado sobre tierra árabe y algunos de sus funcionarios con despreciable autoridad sostienen la posibilidad de utilizar armamento nuclear.
Después de 32 días, cada 10 minutos la agresión israelí cobra la vida de un niño y la cifra de muertos, según el Ministerio de Salud palestino, ya supera los cuatro mil 200.
Muhammad nació detrás de un muro impuesto por un sistema ocupante y de discriminación racial. Israel lo privó de libertad y acabó con la vida de gran parte de su familia, ¿puede la humanidad virar el rostro e ignorar la inocencia masacrada en Palestina?
rgh/yma