Bajo estas premisas, poetas chilenos y españoles de distintas generaciones se reunieron en Casa de América de Madrid, en el comienzo de un ciclo de encuentros para rememorar el hecho que marcó para siempre a la nación de Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
Dejadme la esperanza. Encuentro poético a 50 años del Golpe de Estado en Chile, es el nombre de los conversatorios que proyectan, también el legado de la guerra civil española a 87 años de su desarrollo, con reflexiones en torno al papel de los escritores en estos acontecimientos.
Un análisis que según el director de Casa de América, Enrique Ojeda, exembajador en Chile, y el jefe de la misión diplomática en España del país austral, Javier Velasco, que lleva a un balance triste, luctuoso, pero a la vez potente por la fuerza y protagonismo de los poetas con su palabra.
La poesía, igualmente, con el empuje de las canciones de Víctor Jara y su inolvidable Te recuerdo Amanda, a propósito del fallecimiento de su viuda, Joan Jara, en estos días, recordado en una cita que remarca la pregunta de ¿qué se mata o qué matamos cuando se asesina poetas?
Mucho más ahora, cuando parece confirmarse como nunca que la muerte de Neruda hace cinco décadas no fue consecuencia de una enfermedad terminal, sino por envenenamiento a cargo de la dictadura de Augusto Pinochet.
Acerca de estos y otros entuertos, Elvira Hernández, Juan Carlos Mestre, Andrés Morales, Alejandra del Río, y posteriormente Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, reflexionaron sobre el papel de la poesía en resistencia.
“Los poetas construimos desde la palabra mínima, en rincones pequeños para expresar su rebeldía. Somos antisistémicos por naturaleza, incómodos para sectores controladores, portadores de la conciencia colectiva”, valoró Elvira Hernández.
Entre todos los participantes en el encuentro se llegó a la coincidencia de que en Chile la dictadura pretendió exterminar la conciencia, los derechos civiles de la felicidad; anular la batalla contra la pobreza y por la igualdad, mientras los poetas intentaban ser narradores de un futuro que ofrecía el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.
En las memorias, asimismo el hecho de que cinco figuras emblemáticas de la literatura chilena ocuparan cargos diplomáticos en el extranjero, entre ellos Neruda en Francia, Mistral en España o Gonzalo Rojas en Cuba.
La educación pública destruida, en las nostalgias de algo sin recuperarse en Chile, los poetas refirieron la resistencia en la década de 1980 para en la clandestinidad impedir que la cultura fuese borrada de la faz de la nación como pretendían Pinochet y sus secuaces.
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