De acuerdo con estimaciones del organismo, a nivel global, 736 millones de mujeres, casi una de cada tres, fueron víctimas de violencia física o sexual al menos una vez en su vida.
Esta problemática se ha intensificado en diferentes entornos, incluidos el lugar de trabajo y los espacios en línea, y se ha visto agravada por los efectos pospandemia, los conflictos y el cambio climático.
La propia ONU reconoce la necesidad de soluciones como invertir en la prevención con el fin de eliminarla aunque, por el contrario, resulta alarmante la escasa cantidad de recursos económicos que los países destinan con ese propósito.
Apenas un cinco por ciento de la ayuda gubernamental mundial va destinada a tratar la violencia de género y se invierte menos del 0,2 por ciento en su prevención.
En ese sentido, el foro convoca en esta fecha a incrementar los recursos económicos en las organizaciones de mujeres, mejoras en la legislación y la aplicación de la justicia, servicios para los supervivientes y capacitación para agentes del orden público.
Esta fecha internacional marca además el comienzo de la Campaña Únete de la ONU, que promueve 16 días de activismo por las féminas y concluye en coincidencia con el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Este año, la iniciativa tiene como tema Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas, con el objetivo de movilizar a todos los miembros de la sociedad para que se conviertan en activistas, se solidaricen con las defensoras de los derechos de las mujeres y apoyen a los movimientos feministas del planeta.
A nivel global, varias estadísticas confirman la necesidad de un cambio en las políticas para la protección de la población femenina.
Más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su familia mientras que una de cada tres sufre violencia sexual o física al menos una vez a lo largo de sus vidas.
Por otra parte, el 86 por ciento de estos grupos viven en países sin sistemas de protección legal contra la violencia de género.
Las tasas de depresión, trastornos de ansiedad, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y VIH son más elevadas entre las mujeres que experimentaron violencia que entre las que no la han sufrido.
jha/ebr