El domingo por la noche, el Pentágono anunció que realizó dos ataques en Siria y uno en Iraq contra instalaciones que, según informó, eran utilizadas por milicias respaldadas por Irán que lanzaban incursiones con aviones no tripulados contra personal e instalaciones estadounidenses en Iraq.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria condenó enérgicamente esos bombardeos, los calificó de un acto de agresión que viola la integridad territorial y exigió a la administración estadounidense que cese de inmediato esas agresiones.
Por otra parte, los principales congresistas demócratas norteamericanos respaldaron la medida de Biden como una ‘respuesta proporcionada’, señala The Hill, especializado en temas del Congreso.
Sin embargo, esta fue la segunda vez que Biden realiza este tipo de acción bélica en el Medio Oriente después de su anterior incursión en febrero, esta vez en momentos en que los demócratas ya trabajan para recuperar las legislaciones que controlan los poderes de guerra presidenciales.
Según la publicación, incluso cuando varios demócratas dijeron que confían en el juicio de Biden, también presionaron a la Casa Blanca para que diera más explicaciones sobre los últimos bombardeos.
Algunos legisladores expresaron su preocupación por una escalada entre Estados Unidos y las milicias que exigirían que Biden acudiera al Congreso para buscar la aprobación de una operación militar de mayor envergadura contra esas fuerzas irregulares en el Medio Oriente.
Con 268 votos a favor y 161 en contra, la Cámara de Representantes estadounidense aprobó a principios de junio un proyecto para derogar la Autorización del Uso de la Fuerza Militar (AUMF) que permitió la agresión contra Iraq en 2003, texto que constituye uno de los sustentos de las prerrogativas del jefe de la Casa Blanca para usar el poderío bélico.
Pero según el portal digital The Intercept, esta votación hace poco por reducir la autoridad real acumulada por la Casa Blanca durante los últimos 20 años para usar las fuerzas armadas en todo el mundo.
Eso se debe a que todavía seguirá vigente una pieza legislativa mucho más trascendental, la AUMF de 2001, que se aprobó justo después de los ataques del 11 de septiembre, .
Si bien el permiso legislativo de 2002 se relaciona con el ataque a Iraq y rara vez se ha invocado en los últimos años, la ley de 2001 es la columna vertebral legal de la acción militar estadounidense contra lo que se considera entidades terroristas o amenazas en cualquier país, concluye The Intercept.
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