Se pudiera aplicar también la consabida frase: una cal y otra de arena, tan opuestas como necesarias en la fusión para la argamasa de la construcción. En resumen, estadios sin público, no más en España, pero mascarillas sí, en espacios cerrados.
La nación ibérica va un paso adelante y aunque la medida del Gobierno de izquierda de Pedro Sánchez no es absolutamente popular, la gente aprecia mostrar su rostro sin que por ello desaparezca el peligro.
El nuevo coronavirus sigue en el ambiente, pero el ritmo dinámico en la vacunación (espera completarla en un 70 por ciento de la ciudadanía) ha comenzado a dar resultados esperanzadores.
Desde el 15 de agosto, fecha inaugural de la Liga de Fútbol de España, las instalaciones podrán acoger al público, aunque la cantidad y las reglas a seguir serán decididos por las autoridades de cada región o comunidad.
Poco después, a partir del 21 de septiembre, la denominada Liga Endesa de la Asociación de Clubes de Baloncesto, aplicará similar iniciativa con la idea de que la situación habrá mejorado sustancialmente con respecto al Covid-19.
Habrá que guardar distancia de metro y medio entre las personas, pero en recintos cerradas se mantendrá obligatorio el empleo del barbijo. Y aquí flota la interrogante con respecto a lo que sucederá con el baloncesto.
Quedó claro que, al tratarse de pabellones cerrados, los espectadores del más dinámico de los deportes deberán portar mascarillas hasta nuevo aviso.
Mientras la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ofrecía la información, el titular del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, detallaba los pormenores de la participación de este país en la cita olímpica de Tokio.
La ministra Darias reiteró que se volverá a la normalidad en cuanto a la afluencia de público para el comienzo de la liga de fútbol y del baloncesto.
‘A partir de ahora, las comunidades recuperan esa competencia y serán ellas las que determinen los aforos’, puntualizó.
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