En entrevista con Prensa Latina, la activista y joven veterinaria se refirió a las implicaciones de la decisión de la Secretaría de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), emitida en noviembre pasado.
Esa entidad internacional recomendó suspender el comercio de distintas especies de tiburón desde Ecuador, una decisión que entrará en vigor en la última semana de marzo, precisó Cely, quien hace dos años instó a las autoridades a poner límites para evitar esa sanción.
La idea era que Ecuador puertas adentro, a manera de autogestión controlara lo relacionado con esas especies marítimas en puertos, aduana, a nivel de inspecciones, con un reglamento a la ley de pesca, agregó la especialista.
En aquel momento -recordó- las instituciones nacionales consideraron que todo estaba bien y ahora Cites nos da la razón, porque demasiadas cosas se vienen realizando de manera errónea en el país alrededor de la sostenibilidad y protección de los tiburones.
En Ecuador, la pesca de ese tipo de animales está prohibida y solamente se pueden comercializar aquellos que caen por accidente en las redes o anzuelos lanzados para otras especies.
Sin embargo, bajo la excusa de la pesca incidental, miles de tiburones son capturados, mientras el Ejecutivo no ha reglamentado de manera adecuada los límites de accidentalidad en la captura de estas especies.
De ser suspendida la comercialización los grandes ganadores serán los tiburones siempre y cuando el país esté en la capacidad de regular el hecho de que no se pueden exportar y deben movilizarse las fuerzas del Estado involucradas en alta mar y en la frontera, comentó Cely.
Actualmente esta nación sudamericana es una de las mayores exportadoras de aleta de tiburón del mundo, incluso de especies en peligro de extinción. Según estudios, aquí se pescan entre 12 mil y 300 mil tiburones al año.
Es un secreto a voces que bajo la parafernalia de «pesca incidental» en realidad existe la captura dirigida a un grupo de animales que son los grandes biorreguladores del planeta, enfatizó Cely y advirtió que «necesitamos océanos sanos para que el resto de las poblaciones de peces se mantengan».
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