Por Germán Ferrás Álvarez
Corresponsal jefe en Rusia
Esto constató el presidente, Vladímir Putin, en un encuentro con economistas a inicios de diciembre, en el que participaron el primer ministro, Mijaíl Mishustin, y otros altos funcionarios rusos.
A decir de Putin, su país está por delante de todos los principales Estados de la Unión Europea en términos de crecimiento económico, por lo que consideró que Rusia tiene la mayor economía del territorio.
En el mercado de consumo, paso a paso Rusia, “gracias a las sanciones”, abandonó los servicios que le impusieron, las marcas y los intermediarios. De hecho, pasó a dedicarse activamente a desarrollar su propio mercado. Esto, por supuesto, conduce a resultados sistémicamente positivos.
OBJETIVO DECLARADO, DESTRUIR A RUSIA
Desde el 24 de febrero de 2022 cuando comenzó la operación militar especial de Rusia, y hasta los primeros días de este diciembre, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y otras naciones aliadas han aprobado once baterías de sanciones contra la Federación de Rusia y tienen a punto la duodécima.
A partir de que se aprobara el décimo paquete de sanciones comenzó a resquebrajarse la “unidad monolítica” de las naciones occidentales, pues algunas más pragmáticas comenzaron a pensar primero en sus propias economías, afectadas mucho más que la de Rusia.
Y se hizo efectivo el refrán de que aplicar las sanciones era como darse un tiro en su propio pie. Los resultados económicos de 2023 para la mayoría de los países europeos así lo confirman, pero mantienen el discurso de que hay que frenar a Rusia a toda costa, y para ello necesitan una derrota de Moscú en el campo de batalla, aunque tengan que empeñar sus propias arcas.
Ahora, más que acordar nuevos paquetes de sanciones, persiguen a quienes violen el embargo, así sean sus aliados, porque el objetivo consiste en incrementar el coste que tiene la guerra para las autoridades rusas y ocasionarle una derrota utilizando a Ucrania como pivote, haciéndole creer que lo puede lograr.
Las sanciones contra Rusia pueden catalogarse como: individuales, encaminadas a ejercer presión sobre los apoyos políticos y económicos, no solo rusos, sino cualquiera que comercie con la nación eslava.
También existen las sanciones económicas masivas para mermar la capacidad de financiación rusa; fueron de las primeras aplicadas.
Y estas prevalecen en los últimos paquetes acordados; son las sanciones dirigidas a sectores clave de la economía rusa, como la energía, el transporte, la aeronáutica, la industria de defensa, las materias primas y la prestación de servicios.
Hay otras no menos importantes como las medidas de suspensión contra la prensa rusa en las naciones del bloque económico europeo y en territorio de sus aliados.
EL BUMERÁN DE LAS SANCIONES
A pesar de los bloqueos, los vetos bancarios y tecnológicos, la rusofobia, el apoyo a las tropas de Ucrania, la estrategia de asfixiar a Moscú ha fracasado y, es más, la dirección rusa, como una orquesta bien afinada, anuncia al mundo que no dará marcha atrás hasta cumplir todos los objetivos por los que inició la Operación Militar Especial en Ucrania.
A casi dos años de contienda bélica, la Unión Europea comienza a percatarse que las sanciones no acabaron con la economía rusa; son más bien ellos los que enfrentan un escenario complejo, el cual tendrá que ser modificado a la mayor brevedad para evitar una crisis económica y social que ya está llamando a la puerta.
En general, muchas de las sanciones han dado la vuelta y golpeado como un bumerán a la Unión Europea. El escenario de inflación mundial no ayuda en absoluto, y el precio de los combustibles para el viejo continente sigue subiendo como la espuma, que entre bambalinas y violando su propio embargo, muchas veces obtiene de Rusia.
Muchos expertos vaticinan que estas sanciones llevarán a Europa a una recesión sin precedentes, a pesar de las promesas de sus políticos de una victoria definitiva sobre “el agresor ruso”.
PARA PROTEGER LA ECONOMÍA
Desde que en 2014 una primera ronda de sanciones cayó sobre Rusia tras los sucesos de Crimea, las autoridades del país vienen preparándose para esas situaciones, pues fue una lección muy importante que posibilitó crear mecanismos de defensa para proteger la economía.
En este tiempo acumuló reservas de divisas y recortó presupuestos para mantener su economía y sus servicios funcionando. Por otro lado, reorientó el comercio y buscó reemplazo a las importaciones occidentales.
Con el tiempo, el país euroasiático disminuyó su dependencia de préstamos e inversiones extranjeras y buscó nuevas oportunidades comerciales fuera de los mercados occidentales, abrió oportunidades para las naciones asiáticas, del Medio Oriente, africanas y latinoamericanas, y fomentó el intercambio con otros gigantes como China y la India.
El gobierno de Moscú también se vio obligado a crear su propio sistema de pagos internacionales, al ser desconectado del sistema de mensajería Swift, y hoy casi 20 naciones del mundo utilizan el sistema de pago ruso MIR.
La economía rusa demuestra que es capaz de hacer frente a los retos más complejos y evidencia un margen de seguridad esencial, afirmó Putin al intervenir recientemente en un foro económico del segundo Banco del país, VTB.
«Hemos demostrado que somos capaces de responder a los retos más complejos. La economía rusa está haciendo frente con eficacia a los intentos externos de frenar el desarrollo de nuestro país. Resulta fundamental el margen de seguridad que hemos ido acumulando a lo largo de los últimos 20 años», afirmó el mandatario.
Para Putin, una etapa importante en este proceso fue 2014, el periodo posterior a la imposición de las primeras sanciones a gran escala contra Rusia. «Entonces hicimos hincapié en el desarrollo del sector del consumo, el fortalecimiento de la esfera financiera y la creación de nuestra propia infraestructura de pagos», explicó Putin.
«Permítanme recordarles que una de las primeras decisiones de Occidente el año pasado fue desconectar a los bancos rusos del sistema Visa y MasterCard», continuó el presidente. «El cálculo era que esto imposibilitaría el pago de bienes y servicios, colapsaría los pagos. Y, en consecuencia, paralizaría el sector bancario del país”.
Sin embargo, como señaló Putin, en la práctica los ciudadanos y las empresas «no notaron la transición sin problemas al sistema nacional de pagos, que ahora funciona y se desarrolla con éxito. Y al hacerlo, dejamos de pagar comisiones a las empresas occidentales. Sólo han perdido lo que podrían haber ganado en Rusia», sentenció el líder ruso.
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