Según el documento, los cálculos podrían ser conservadores pues solo tuvieron en cuenta los probables efectos sobre los sistemas terrestres, principalmente bosques y praderas, reseñó la revista Nature.
El estudio fue dirigido por científicos de la Universidad de California en Davis y del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, ambos en Estados Unidos.
De acuerdo con la investigación, las alteraciones inducidas por el cambio climático en la vegetación, los regímenes de precipitaciones y el aumento del dióxido de carbono (CO2) provocan una reducción media del 1,3 por ciento en el PIB de todos los países analizados.
Pero hay profundas desigualdades en la distribución de los impactos: se espera que el 50 por ciento de los países y regiones más pobres “soporten un asombroso 90 por ciento de los daños al PIB”, reconoció la fuente.
Las naciones de renta más baja, recordó la pesquisa, suelen tener mayor dependencia de los recursos naturales para su producción económica, y una fracción mayor de su riqueza está en forma de capital natural.
Para el diagnóstico, los autores utilizaron modelos climáticos y de vegetación global, así como estimaciones del Banco Mundial sobre los valores del capital natural para calcular las consecuencias en los servicios ecosistémicos, la producción económica y las reservas de capital natural de los países.
A medida que el cambio climático redistribuye los ecosistemas terrestres por todo el planeta, se prevé que el capital natural del mundo disminuya, causando una pérdida del nueve por ciento de los servicios ecosistémicos para 2100, resumió el informe.
El concepto de capital natural fue empleado para representar el flujo actual y futuro de beneficios que los recursos naturales del la Tierra aportan a las personas.
“Con este estudio, estamos integrando los sistemas naturales y el bienestar humano en un marco económico”, destacó la profesora Frances C. Moore.
“Gracias a los esfuerzos de este equipo de investigación, ahora sabemos que los daños a los ecosistemas repercuten en el bienestar humano de forma mensurable y tremendamente desproporcionada entre las poblaciones, agregó el académico
Jeffrey Mantz.
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