En declaraciones a Prensa Latina, Triana dijo que dialogó con su directora general, Mariana Vargas, y con otros ejecutivos de la institución, acerca del estado actual de la cinematografía de los dos países y la trascendencia que podría tener un mayor acercamiento bilateral.
En ese sentido, adelantó la posibilidad de que una delegación de la DGC visite La Habana en marzo próximo para compartir su experiencia de más de una década sobre la ley nacional de cine y lo que ha significado para la producción nacional.
También, para presentar una muestra del cine que se hace en esta nación caribeña.
Manifestó que cualquier tipo de copia es un descalabro, pero consideró interesante cómo los dominicanos adaptaron experiencias internacionales a su realidad y crearon una nueva ley para estimular la realización local y, entre otros objetivos, fomentar el rodaje de filmes extranjeros.
Es digno de atender como experiencia, expresó, una ley que establece que quien filme en Santo Domingo tiene primero que estar frente a un productor nacional, que los impuestos sirven para movilizar recursos y que los incentivos fiscales permiten seguir invirtiendo en el sector.
Creo que a Cuba le toca, en medio del debate actual sobre cómo hacer un mejor cine, estudiar esta práctica, definir qué puede o no ser válido a nuestra realidad, y que beneficie la producción nacional.
Señaló que hoy se hacen en Santo Domingo entre 15 y 20 películas al año con capital extranjero y hay un compromiso de al menos tres producciones nacionales. En vez de competir, apuntó, podemos complementarnos.
La DGC, con personalidad jurídica y autonomía administrativa y financiera, fue instituida para fomentar el desarrollo de la industria cultural, posee experiencia en el régimen del incentivo fiscal y ha logrado mantener trabajando a ese recurso humano que graduaron en varios sitios, incluido Cuba.
Triana explicó que visitó sets de filmación y otros lugares vinculados a la creación audiovisual. Fue muy significativo, señaló, ver el rigor con que se trabaja en los estudios, encontrar esa calidez en el trato dominicano, ese respeto hacia Cuba y a la industria del cine que, dijo, estamos obligados a rescatar y a potenciar.
En los encuentros con los directivos, expresó, hablamos de la necesidad de un mayor intercambio, de que se vea cine dominicano en Cuba, y el nuestro aquí; hoy no existen esos mecanismos de intercambio «engrasados» a pesar de que, precisó, tenemos convenios firmados.
Triana comentó a Prensa Latina que, durante la visita a un set de filmación, a más de 240 kilómetros de la capital, fue conmovedor como cubano ver acercársele a un actor haitiano que estudió y se graduó en 2011 en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, al suroeste de La Habana.
También conversar con un asistente de dirección que cursó varios talleres en ese mismo centro y a una vestuarista que le manifestó que le gustaría que la invitaran al “almacén” de vestuario del Icaic, y a otros titulados en Cuba.
En su opinión, por muchas razones tenemos la obligación moral de hacer algo más por seguir conociéndonos, porque en República Dominicana se está rodando cine, y mucho, y Cuba puede acompañar esa dinámica.
Destacó que no tienen los dominicanos la menor duda de que al lado de su país hay 65 años de una industria de cine (Cuba), y a su vez ellos han ganado una década, pues poseen gente joven muy bien formada.
Además, estimó que la mayor de las Antillas significa ese afecto emocional del que hablo, ya que nuestro cine forma parte de su referente.
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