En sus palabras a miembros de la Asociación de Jóvenes Profesionales Toniolo, a quienes recibió esta mañana en audiencia, en el Palacio Apostólico del Vaticano, Francisco expresó que le preocupa “oír hablar de jóvenes atrincherados detrás de una pantalla, cuyos ojos reflejan luces artificiales en lugar de dejar brillar su creatividad”.
El Sumo Pontífice manifestó que “ser joven no es pensar en tener el mundo en las manos, sino ensuciarse las manos por el mundo; es tener una vida por delante para gastar, no para preservar o archivar”, y que le entristece ver a “jóvenes profesionales por fuera y sin vida por dentro, que exprimidos por el deber se refugian en la búsqueda del placer”.
Alertó que hoy se difunde en el mundo el pensamiento breve “formado por unos pocos caracteres, que arde inmediatamente; un pensamiento que no mira hacia arriba y hacia adelante, sino sólo aquí y ahora, fruto de las necesidades del momento”.
Se trata, “de un pensamiento que no mira la historia, que no tiene en sí un legado histórico; un pensamiento que se mueve por instinto y se mide en instantes”, aseveró el Papa ante los integrantes de esa asociación, fundada en 2016, que reúne a jóvenes del Programa de Becas en las representaciones del Vaticano ante organismos internacionales.
“Ante la complejidad de la vida y del mundo, este pensamiento corto conduce a la generalización y a la crítica, a la simplificación y a la distorsión de la realidad, en la búsqueda del propio interés inmediato más que del bien de los demás y del futuro de todos”, añadió el Obispo de Roma.
“Todos necesitamos la creatividad y el impulso que sólo vosotros, los jóvenes, podéis darnos, la creatividad y el impulso están en vuestras manos, vuestra sed de verdad, vuestro grito de paz, vuestra intuición sobre el futuro, vuestras sonrisas esperanzadas” apuntó.
Hay que alejarse de “la lógica del hago para tener, y del trabajo para ganar”, expresó, ya que se debe ser creativo “para abrir vislumbres de innovación en un mundo que se conforma con las ganancias”, y “así seréis revolucionarios, pues “los jóvenes son las palancas que renuevan los sistemas, no los engranajes que deben mantenerlos vivos”.
Finalmente, el Pontífice expresó que le gustaría “materializar estas ideas en torno a un tema urgente: el de la paz», y reflexionó que «una mirada al presente hace que parezca lejana esa aspiración de bien, de armonía, de coexistencia pacífica entre los pueblos de la que la actividad diplomática siempre ha sido un vehículo”.
Sin embargo, lamentó, “gran parte de la diplomacia parece haber olvidado su naturaleza como recurso llamado a cerrar la brecha cada vez más profunda en las relaciones entre naciones”.
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