Al intervenir en la Tercera Cumbre Sur, organizada por este bloque de países, Guterres subrayó que “tenemos la oportunidad de construir un futuro de justicia, paz y prosperidad, donde nadie quede atrás, pero para eso mucho tiene que ser hecho y cambiado”.
Se refirió a cómo en 60 años de existencia el G77 y China ha sido motor para la cooperación Sur-Sur, sacar a millones de personas de la pobreza y dar voz a los países en vías de desarrollo, convirtiéndose en el mayor grupo del sur global donde habita el 80 por ciento de la población mundial.
“Su solidaridad y compañerismo son esenciales para construir un mundo sostenible, pacífico y justo para todos, un mundo donde prevalezcan la Carta de las Naciones Unidas, el derecho internacional y los derechos humanos en las relaciones globales”, remarcó.
Señaló, sin embargo, que solucionar los problemas requiere de una acción global efectiva, pero el sistema internacional está desfasado.
Mencionó al Consejo de Seguridad de la ONU, que está paralizado por las divisiones geopolíticas, mientras su composición no refleja la realidad y, por tanto, debe ser reformado.
Añadió que las instituciones financieras internacionales tampoco responden a la necesidad de ayudar a los países que más lo necesitan.
A pesar del complejo escenario, colocó la esperanza en la acción del G77 y China, cuya tenacidad el pasado año contribuyó a la fuerte declaración política realizada durante la Cumbre para el Desarrollo Sostenible.
Llamó a participar de igual manera en la Cumbre del Futuro, que se desarrollará en Nueva York en septiembre, y la catalogó como “una oportunidad para reformar y revitalizar el multilateralismo, y luchar por todos, en todas partes y enfrentar los desafíos actuales”.
Agregó que es un espacio para crear condiciones para que los países puedan alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y encontrar consenso en los marcos de trabajo.
Al respecto mencionó que la cita contemplará profundas reformas de la arquitectura financiera internacional, que deben ser cambiadas para que sean realmente universales, reflejen con justicia las realidades actuales y puedan dar una mejor respuesta a las necesidades de los países no desarrollados.
Se refirió a la necesidad de un fondo de 500 mil millones de dólares anuales para impulsar los ODS, la acción climática y el desarrollo sostenible en los países en vías de desarrollo, así como de capitalizar los bancos multilaterales y cambiar sus modelos de negocio para que puedan dar acceso a financiamientos a estas naciones a costos razonables.
Esas propuestas, apuntó, se hicieron en la Cumbre de Desarrollo Sostenible el pasado año, pero ahora hay que convertirlas en realidad.
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