Es la opinión de Omar Urquiza, un trabajador del turismo que vivió en carne propia los incidentes del 11 de julio, cuando protestas callejeras devinieron agresiones, pillajes y vandalismo, entre otros actos delictivos.
Urquiza contó que estuvo entre dos fuegos en la barriada capitalina del Cerro, donde vecinos enfrentaron lo que calificó de grupos de delincuentes ‘armados de piedras y botellas’.
‘El ambiente es como siempre, pura tranquilidad’, dijo armado de una bolsa y con la proa puesta en el ‘agro’, como le dicen acá a los mercados que comercializan productos agrícolas.
Y su apreciación se acerca a la que describen los corresponsales de Prensa Latina en el interior del país.
‘Sin novedad en el frente’, reportó desde Sancti Spíritus, en el centro de la geografía cubana, el colega Raúl García.
‘Inicia en Camagüey ensayo pediátrico con vacuna cubana Abdala’, informó un despacho del corresponsal Fidel Alejandro Manzanares.
Prensa Latina también consignó que en La Habana los municipios de Cotorro, Boyeros y Arroyo Naranjo cerraron su proceso de vacunación antiCovid-19 como parte de una estrategia de cara a inmunizar a todos los habitantes para fines de julio.
‘Son buenas noticias’, expresó Urquiza, aunque coincidió con el presidente Miguel Díaz-Canel que la intención de provocar un estallido resulta un proceso en curso, por lo cual habrá que estar alertas.
También manifestó estar de acuerdo con el mandatario en la necesidad de activar políticas sociales para llegar a segmentos de la población donde crece la marginalidad.
Celebró asimismo varias medidas anunciadas por el jefe de Estado y otros altos cargos del Gobierno que, apuntó, está activado y en control de la situación.
Para este habanero ninguno de los problemas internos de Cuba compite con las afectaciones y carencias provocadas por el bloqueo, reforzado, que Estados Unidos ejecuta desde hace seis décadas contra el vecino y pequeño país.
Reiteró que en medio de todo eso, y en pleno rebrote de la Covid-19, hay una arremetida desde las redes sociales que envenena el ambiente e incluso provoca fracturas entre familias y amigos de Cuba y Estados Unidos.
‘Conozco a personas intoxicadas, y me duele que cubanos en Miami clamen por una intervención militar contra su país, donde sus parientes y compatriotas estaremos bajo las bombas gringas’, concluyó.
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