Biden ‘parece estar apoyando otra revolución ‘de color’ dirigida y financiada por Estados Unidos en Cuba’ para intentar el derrocamiento de su legítimo gobierno, advirtió la pacifista Cindy Sheehan en recientes declaraciones a Prensa Latina.
Hasta ahora, casi seis meses después de su llegada al cargo, el mandatario había delegado en funcionarios de su administración para hablar sobre la revisión de la política hacia Cuba, algo que tomaría tiempo dada otras cuestiones apremiantes para la Casa Blanca.
Pero bastaron los disturbios del pasado 11 de julio en territorio nacional para que de inmediato, un día después, el presidente expresara personalmente su apoyo a los ‘miles de cubanos’ que salieron a las calles en la nación caribeña contra el ‘régimen autoritario’.
Biden culpó al gobierno cubano de las penurias por las que atraviesa el país en lugar de remitirse a más de seis décadas de un cerco unilateral diseñado para causar hambre y desesperación a este lado, en un contexto agudizado por la pandemia de Covid-19.
A partir de ahí se sucedieron sus opiniones sobre ‘derechos humanos’, ‘libertades’, ‘derechos universales’, supuestamente violados aquí.
En una conferencia de prensa, luego de una reunión ayer con la canciller alemana Angela Merkel, el demócrata asumió el derecho de que podrían proveer de Internet a Cuba y habló de entregar vacunas antiCovid-19 a través de terceros.
Sin embargo –vaya desliz- obvió los cinco candidatos vacunales desarrollados por la ciencia cubana en tiempo récord, uno de ellos, Abdala, recibió la aprobación para su uso de emergencia y ya es un inmunizante con eficacia del 92,28 por ciento, entre las más altas del mundo.
Entretanto, dejó claro que no eliminará las restricciones a las remesas, uno de los principales reclamos de varios congresistas, personalidades, grupos y organizaciones que rechazan el bloqueo y piden aliviar el sufrimiento a la familia cubana.
Para Biden esas ‘faltas de libertades’ atizaron las protestas ‘espontáneas’ que, como denunció La Habana, forman parte de un plan más amplio y en marcha similar a los que se describen en los manuales sobre ‘el golpe blando’.
Activistas como la abogada y escritora Rosemari Mealy, afirmó que es hora de pedir cuentas al Presidente.
‘Estamos muy ocupados con discusiones y reuniones para definir estrategias que nos permitan confrontar directamente a Biden sobre cómo mintió durante la campaña electoral’, dijo vía WhatsApp a esta agencia de noticias.
Un sentimiento de frustración, de decepción que comparten todos los que organizamos el apoyo a la campaña del entonces candidato, enfatizó la integrante de la red de solidaridad con Cuba en Estados Unidos.
Algunos congresistas quieren respuestas, es el caso de Barbara Lee, quien renovó su exhortación a la administración Biden para que ‘tome medidas urgentes que reviertan las políticas equivocadas y fallidas’ de la de Trump, que solo han servido para perjudicar al pueblo cubano.
Pero ahí siguen vigentes las 243 medidas coercitivas del republicano, mientras el discurso de Biden se apega al coro anticubano de Miami.
Desde esa ciudad del sur de Florida llaman a intervención y cero acercamiento con La Habana, contrario a lo que buscan los cubanoamericanos que fomentan la creación de puentes de amor entre los pueblos de los dos países.
Ello recuerda lo que en una entrevista con Prensa Latina el pasado año expresara el abogado cuabanoamericano José Pertierra: Trump cedió la potestad de la política exterior hacia Cuba a congresistas de ultraderecha de Florida como Marcos Rubio.
Al parecer, esa es la apuesta de Biden.
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