Investigaciones de todo tipo dan diversas versiones, pero las más concordantes sitúan las celebraciones a partir del 776 antes de nuestra era (ANE), de cuando data el nombre (Korobios) del primer campeón en la -al parecer- única prueba disputada entonces, una carrera pedestre de menos de 200 metros.
Zeus, padre de todos los dioses de la mitología griega, era el principal venerado en estas festividades, a las cuales sólo podían acudir hombres, incluso como espectadores, pues las mujeres lo tenían prohibido so pena de muerte.
No obstante, las féminas también tuvieron sus celebraciones exclusivas, que se efectuaban a intervalos regulares.
A los sacros Juegos asistían atletas de todas las ciudades-estados de Grecia. En un principio solo constaban de carreras cortas, pero hacia el 708 ANE se introdujeron gradualmente otras más largas, además de justas de campo como lanzamientos de jabalina y disco y salto largo.
Le siguieron las lides de lucha y boxeo y se sitúa en el 640 ANE el inicio de competencias de carros tirados por cuatro caballos.
Unos tres meses antes de la festividad se decretaba la paz olímpica entre las facciones en permanente guerra, que duraba mucho más allá de los cinco días de la justa con el objetivo de permitir un regreso seguro de los concursantes a sus lugares de origen.
En el estadio de la antigua Olimpia, considerada tierra sagrada, la multitud proclamaba héroes a los ganadores, quienes recibían como premio la tradicional rama de olivo.
Incluso quienes triunfaban en tres ocasiones eran perpetuados con estatuas a su imagen y semejanza y reciban otras recompensas.
El ano 393 ANE marca el fin oficial de estos encuentros cuatrienales, cuando el emperador romano Teodosio I prohibió todo festival pagano.
Sin embargo, hay evidencias que sugieren su continuación hasta que en el 426 ANE los templos de Olimpia fueron demolidos por un ejército enviado por Teodosio II.
En los siguientes 15 siglos terremotos e inundaciones sepultaron el sitio sagrado, hasta que las ruinas fueron descubiertas en 1875 y excavadas hasta 1881.
Durante un largo período de mil 503 años el podio olímpico permaneció desierto. Atenas se encargó de que fuera ocupado nuevamente en 1896.
Cuatro años antes el francés Pierre de Fredy, barón de Coubertin, hizo pública su idea de revivir los Juegos a escala mundial.
Posteriormente, en 1894, durante una conferencia internacional citada por él mismo en la universidad de la Sorbona, París, se llegó al histórico acuerdo: cada cuatro años se realizarán competencias deportivas, según los lineamientos de los Juegos Olímpicos griegos y se invitará a todas las naciones a participar.
Aunque Coubertin previó efectuar la primera cita en la capital francesa a principios del siglo XX, fue aprobada una moción que otorgaba ese privilegio a Grecia para 1896.
En aquel encuentro también fue constituido el Comité Olímpico Internacional, integrado por 12 miembros y liderado por el aristócrata galo.
Pierre de Fredy, aunque renuente a la participación femenina, luchó denodadamente por los más puros ideales del olimpismo, con la determinación de crear un movimiento que, como ningún otro, uniera a los deportistas y a las naciones del mundo en una celebración pacífica.
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