Hace unas semanas se conoció la noticia de la supresión de la distinción de género en los galardones del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, decisión tomada en su pasada edición por el certamen de Berlín, Alemania, y recibida con muy buenas vibras por cineastas, productores y actores.
El nuevo reglamento plantea que no habrá Concha de Plata al mejor actor ni a la mejor actriz, sino dos premios a la sobresaliente interpretación protagonista y de reparto, respondiendo así a una demanda del público y los artistas defensores de la concepción de género como una construcción social y política.
Para la directora libanesa Joana Hadjithomas, el hecho responde a ‘un acto simbólico fuerte porque un actor, es un acto y un género no determina su valía’; en tanto el japonés Ryusuke Hamaguchi apuntó que ese nuevo premio ‘refleja la esencia del cine’, que, como arte, no distingue ‘en función del género’.
Semejante criterio sustenta la fórmula de Zinemaldia que, al decir de la subdirectora, Maialen Beloki, pretende abrir un espacio a las personas no binarias, término que describe a quienes no se identifican ni con mujeres, ni con hombres y asumen características tanto del género masculino como femenino.
‘El objetivo del festival es ser lo más inclusivo posible, apoyar y colaborar en la inclusión de la mujer en la industria audiovisual, pero también ayudar a esas personas que estaban excluidas del palmarés’, expresó Beloki.
Aunque el designio parece dar un trastazo a los estereotipos y ayudar a la incorporación de quienes estaban al margen de la industria audiovisual, algunos no aplauden ni comparten sus criterios, pues consideran que auxiliando a un grupo, corren el riesgo de perjudicar a otros.
De acuerdo con la Asociación de Mujeres Cineastas y la Unión de Actores y Actrices de España, las mujeres serían las más afectadas con la nueva medida pues disminuiría su visibilidad en la gran pantalla, luego de los ‘tan no muy logrados’ resultados por su reconocimiento frente a la hegemónica presencia masculina.
‘Los actores ocupan el 70 por ciento de los papeles, mientras las actrices solo pueden aspirar al 30 por ciento, y con esta postura se perdería un espacio que visualiza el trabajo de las actrices’, afirmó la Secretaria de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices de esa nación, Berta Ojea.
El debate suscitado ahora no fue tal, sin embargo, cuando en 2017 los Premios MTV debutaron en esta corriente de los sin género, más tarde sumaron los Emmy y los BAFTA, así como otros galardones de la industria televisiva, cinematográfica y musical.
En cambio, otros grandes festivales como Venecia y Cannes, y academias de cine como las que conceden los Oscar (Estados Unidos), Goya (España) y César (Francia) permanecen en mutis al respecto.
Efectos positivos o negativos ya se verán en la contienda, mientras se preparan reflectores para un San Sebastián sin género que, si la Covid-19 lo permite, los cinéfilos podrán disfrutar comiendo palomitas frente a la gran pantalla y viendo la alfombra roja.
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