Según escribió la jefa de la diplomacia estadounidense entre 2005-2009, todos los mandatarios cometieron errores que terminaron con la ‘retoma del país por parte de los talibanes esta semana’, pero más que todo –y no lo admitió Rice- significó el sonado fracaso de otra guerra para Estados Unidos.
La exfuncionaria, si bien lamentó los sacrificios de los que sirvieron -y de los que murieron-, lo cual marcará ‘para siempre nuestra memoria nacional’, justificó la invasión a Afganistán ordenada en 2001 por el entonces ocupante del Despacho Oval, George W. Bush.
A juicio de Rice, Estados Unidos ‘no podía permitirse el lujo de ignorar al ‘Estado canalla (Afganistán) que albergaba a quienes nos atacaron el 11-S’.
Rice, quien trabajó también como asesora de Seguridad Nacional bajo el primer mandato de W. Bush (2001-2005), supervisó una campaña de bombardeos en Afganistán, donde las fuerzas estadounidenses buscaban a Osama bin Laden.
Después se demostró que el entonces cabecilla de la red terrorista Al Qaeda, señalado como responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center, en Nueva York, no estaba en la nación centroasiática y solo lo capturaron y abatieron casi una década después en Pakistán.
El presidente Joe Biden, en declaraciones a la nación este lunes, dijo que apoyaba ‘firmemente’ su decisión de retirar las tropas del Pentágono, a pesar del caos que provocó el repliegue, y reiteró que no estaba dispuesto a pasar una guerra de casi 20 años a un quinto gobernante estadounidense.
Pero Rice argumentó en su artículo que 20 años en Afganistán no son suficientes, al considerar que más tiempo allí les habría ‘servido a nuestros intereses estratégicos’.
Ese sentido enfatizó la republicana que más tiempo en ese país preservaría ‘nuestra sofisticada base aérea de Bagram en medio de una región peligrosa que incluye a Pakistán y limita con el país – a tono con el discurso de Washington- más peligroso de Oriente Medio: Irán.’
Afganistán cayó bajo el control del movimiento Talibán en tiempo récord, lo hicieron -otro fiasco para Estados Unidos- no en seis meses como preveían algunos analistas de inteligencia sino en apenas semanas y días.
El objetivo de entrenar a las Fuerzas Armadas afganas, para lo cual destinaron en dos décadas unos 83 mil millones de dólares, se desmoronó ante la toma de ciudades por los insurgentes sin oposición de los efectivos gubernamentales.
Unos dos mil 400 soldados estadounidenses muertos así como decenas de miles de afganos, en su mayoría civiles, dejó en daños humanos una guerra de dos décadas.
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