Desde que entraron en Kabul sin usar las armas, el pasado 15 de agosto, las acciones del movimiento insurgente centraron los debates, intervenciones e intercambios de los principales dirigentes rusos con autoridades de otros países, que reconocen el liderazgo de Moscú en diálogos anteriores con los talibanes.
La víspera, el presidente ruso, Vladimir Putin, expresó su esperanza de que el Talibán ayude a reconstruir la paz en Afganistán e instó a la comunidad internacional a evitar el colapso de esa nación centroasiática.
En conferencia de prensa con la canciller federal alemana Angela Merkel, el mandatario subrayó la necesidad de impedir que los ‘terroristas’ salgan del país ocultos como supuestos refugiados, convirtiéndose en un peligro para los vecinos en Asia Central.
El jefe de Estado llamó a no imponer ‘valores ajenos’ a la nación afgana, destruida por décadas de guerra y conflictos internos.
En tal sentido, señaló que hay que acabar con la voluntad de construir en otros países ‘la democracia en base a modelos extranjeros, sin tener en cuenta las particularidades históricas, nacionales o religiosas, e ignorando por completo las tradiciones’, apuntó.
Putin reiteró el apoyo de su Gobierno al inicio de un diálogo nacional con la participación de todas las fuerzas políticas, étnicas y confesionales.
‘Debemos hacer todo lo posible para sumar esfuerzos de cara a apoyar al pueblo afgano, normalizar la situación en este país y establecer relaciones de buena vecindad’, significó.
Sobre el tema, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, destacó las declaraciones de la jefatura talibana a favor de las conversaciones con las otras fuerzas políticas del país y manifestó que Moscú ayudará a que los resultados se conviertan en hechos concretos.
En nombre de su país, el diplomático ofreció la posibilidad de reactivar la mesa de diálogo de Moscú que involucraba a representantes de los cinco países centroasiáticos, además de China, Estados Unidos, India, Irán, Pakistán, Rusia y las fuerzas beligerantes afganas.
Como dijera la portavoz de la Cancillería local, María Zajarova, el ascenso del movimiento Talibán al poder es una realidad que la comunidad mundial debe tener en cuenta para construir sus relaciones con Afganistán.
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