Con sello vasco para hacerlo más legítimo y el nombre implícito de Pablo Picasso, quien le hizo el honor de no permitir el olvido de la barbarie: los bombardeos de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana contra Guernika.
No fueron tantas las víctimas mortales, alegan ultraderechistas camuflados que tratan de darle otra pinta al nazifascismo. Sin embargo, el Museo de Bellas Artes de Bilbao se enorgullece de presentar el mural Guernika de Agustín Ibarrola.
El mural, de dos metros de altura y 10 de ancho, fue realizado hacia 1977 con una idea que interpretó a la perfección Ibarrola en nombre de un grupo de artistas e intelectuales.
La iniciativa surgió al mismo tiempo con carácter de homenaje y reclamación en torno al Guernika de Picasso, en razón de que el cuadro del maestro del cubismo estaba lejos del País Vasco, donde ocurrió la tragedia.
Hace algunos años tuve el privilegio de visitar el Museo de Guernika y aunque hay una réplica de la obra de Picasso, la apacible localidad se resiente de no ser medular salvo la referencia a la pintura.
De cierto modo, llega la justicia tardía con la exposición desde el próximo 18 de octubre el Guernika de Ibarrola, adquirido recientemente. Además, se exhibirán dos pinturas del artista del mismo periodo, recientemente donadas.
El Bellas Artes de Bilbao ofrecerá según ha destacado, ‘una de las creaciones más importantes del arte vasco del siglo XX, cuya filiación con la historia de la institución propiciará actualizar su conocimiento’.
Fue justamente en esa instalación donde se mostró por primera vez la obra de Ibarrola, quien se propuso reinterpretar algunos de los motivos icónicos de la obra de Picasso junto a elementos característicos de su cosecha.
El empeño de Ibarrola de delinear los enrejados geométricos que denunciaban la falta de libertades y el clima de opresión de la dictadura franquista, inspiración de Picasso, encuentran por fin su gran reconocimiento.
Extraviado durante décadas tras mostrarse en 1977, 1979 y 1981 en el País Vasco, el cuadro fue localizado por el galerista José de la Mano, que lo encontró en un almacén junto a otras obras de Ibarrola, en un caserío de la localidad vizcaína de Gametxo.
Este Gernika picassiano, de vuelta en Bilbao, recompensa la trayectoria de Ibarrola a sus 90 años de edad.
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