El título lo ganó el discóbolo Claudiney Batista dos Santos, categoría F56, para atletas de campo con una discapacidad progresiva desde la parte superior de las piernas hasta los pies o la ausencia de extremidades; y los subcampeonatos el velocista Vinicius Goncalves Rodrigues, en los 100 metros T63; y el balista Alessandro Rodrigo da Silva (F11).
Dos Santos implantó récord paralímpico de 45,59 metros, para relegar al indio Yogesh Kathuniya (44,38) y al cubano Leonardo Díaz (43,36), quien conquistó su cuarta presea en lides paralímpicas luego de dos coronas (Beijing 2018 y Londres 2012) y un bronce (Río de Janeiro 2016).
El sudamericano, de 42 años, dedicó su victoria a su hija Nicole, de un año y cuatro meses, nacida al comienzo de la epidemia de la Covid-19 y a su vástago mayor Adrián.
No pienso en retirarme ahora, no porque tenga un bebé. Mientras esté compitiendo a un alto nivel, soy el primero en el mundo, puedo aguantar unos años más, adelantó el brasileño, quien retuvo el cetro de Rio de Janeiro 2016 y tiene también un pergamino plateado de Londres-2012.
Por su parte, Rodrigues finalizó segundo en el hectómetro para corredores con un movimiento moderadamente limitado de una pierna, o la ausencia de piernas (por encima de la rodilla) al marcar un tiempo de 12.05 segundos, récord paralímpico, y solo cedió ante el representante del Comité Olímpico de Rusia Anton Prokhorov (12.04), primado universal.
La medalla bronceada de la prueba quedó en poder del alemán Leon Schaefer (12.22), mejor registro personal.
En el campo Da Silva lanzó la bala hasta los 13.89 metros de una categoría para atletas de campo con una discapacidad visual casi total y escoltó en el podio al iraní Mahdi Olad, titular (14.43).
La tercera plaza correspondió al italiano de origen cubano Oney Tapia (13.60), subcampeón paralímpico de Río de Janeiro 2016 y Mundial de Dubái 2019.
También sobresalieron por América Latina el metal dorado de la balista chilena Francisca Mardones, en la clase F54, con primado mundial de 8,33 metros para darle a la nación sudamericana el segundo título de la justa japonesa; y el de la mexicana Mónica Olivia Rodríguez, en los mil 500 metros, categoría T11, destinadas a corredores que tienen una discapacidad visual casi total.
Mardones, quien compite en una categoría para atletas de campo con el movimiento de la mitad del torso y de las piernas, quebró su propia marca universal de 8,19, conseguida el 12 de noviembre de 2019 en Dubái; y relegó este lunes a la mexicana Gloria Zarza, segunda (8,06), y a la uzbeca Nurkhon Kurbanova, tercera (7,77).
La mexicana logró un registro universal de 4.37.40 minutos para romper el récord de 4.38.92 de la china Jin Zheng, logrado el 17 de septiembre en las Paralimpiadas de Río de Janeiro 2016.
El subtítulo lo obtuvo la sudafricana Louzanne Coetzee, con marca para África de 4.40.96; y el tercer escaño lo ocupó la keniana Nancy Chelangat Koech (4.45.58).
Hoy el saltador de largo Leinier Savón abrió el medallero para Cuba al conquistar la plata en la clase T12, para discapacitados visuales.
En una emotiva prueba, Savón llegó hasta los 7,16 metros, mejor registro personal y récord panamericano, para ganar su tercera presea en las Paralimpiadas después de los dos títulos conseguidos en Río de Janeiro 2016.
El atleta de 32 años y natural de la oriental provincia cubana de Guantánamo, dejó atrás los 6, 89 metros logrado por él esta temporada para subir al podio de premiaciones, solo aventajado por el iraní Amir Khosravani, monarca, con estirada de 7,21, y por delante del azerbaiyano Dijo Najafzade, tercero (7,03).
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