Gran parte del país comenzó las clases en esta jornada y lo harán días más tarde las regiones aun consideradas bajo riesgo de contagio con el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.
Todas las instituciones docentes aplican un estricto mecanismo de prevención y control epidemiológico, a fin de evitar y detectar con prontitud un eventual caso de la enfermedad.
Pero además del aspecto sanitario, desde este curso los alumnos de primer y segundo grados en China no tendrán pruebas escritas, mientras los del resto de la primaria solo enfrentarán una al cierre de cada semestre.
En las secundarias solo deberán presentar exámenes a mitad y al final de ambos semestres.
Para todos los casos el Ministerio de Educación ordenó simplificar los contenidos a evaluar, ajustarlos a los conocimientos básicos de cada nivel escolar y disminuir la cantidad de preguntas que requieran respuestas de memoria.
Instruyó también notificar de forma apropiada los resultados de los tests tanto a padres como a alumnos, no darle publicidad o incluirlos en escalafones, ni usarlos para determinar en cual aula debe incorporarse el escolar.
En abril pasado China orientó a las primarias y secundarias reducir las tareas diarias, moderar las de los fines de semana y las vacaciones, y priorizar las actividades físicas, mientras hace algunas semanas prohibió la apertura de más centros especializados en enseñanza extraescolar.
Analistas y medios de prensa saludan la implementación de esas medidas, pues diversas encuestas revelaron que casi la mitad de la población infanto-juvenil no tiene espacio para jugar ni hacer relaciones interpersonales por el exceso de las tareas -especialmente de matemáticas-, y las clases privadas adicionales. Las investigaciones también coincidieron en las afectaciones al horario de sueño y la frustración en gran parte de los chicos, así como en las crecientes presiones que enfrentan padres e hijos debido a la competencia en la sociedad por los mejores puestos.
Otro estudio cifró en casi 30 millones la cantidad de menores de 17 años de edad con problemas mentales, principalmente, por el exceso de deberes y la adicción a la internet, que también son culpables de un incremento de la obesidad y la miopía en las nuevas generaciones.
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