De acuerdo con el estudio de la Universidad de Exeter de esa nación europea, los LED emiten más luz azul que las tecnologías de lámparas anteriores, pero los sensores satelitales no la detectan correctamente y subestiman el nivel de emisiones contaminantes.
Los expertos examinaron las emisiones de luz de 1992 a 2017 visibles a través de satélites, y estimaron que el aumento real puede ser significativamente mayor a lo previsto: hasta un 270 por ciento a nivel mundial y un 400 en algunas regiones.
‘Esa propagación mundial de la luz artificial está erosionando el entorno nocturno natural’, dijo el primer autor, doctor Alejandro Sánchez de Miguel, del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad en el campus Penryn de Exeter en Cornwall.
La indagación, publicada en la revista Remote Sensing, señaló el impacto de un aumento persistente de la contaminación lumínica en Asia, América del Sur, Oceanía y África.
En Europa, la luz detectada aumentó hasta alrededor de 2010 y se estabilizó, y en América del Norte parece estar en declive, indicaron los especialistas.
Sin embargo, destacaron que el cambio hacia la luminaria LED rica en azul enmascara el hecho de que la contaminación se incrementó en la mayoría de esos lugares.
‘Contrario a la creencia popular, la instalación de farolas LED ‘amplias y blancas’, aunque potencialmente proporciona algunos ahorros de energía, ha aumentado la contaminación lumínica y también los impactos en organismos como las polillas’, advirtió Sánchez de Miguel.
Ante esta situación, Ruskin Hartley, director ejecutivo de la iniciativa estadounidense Asociación Internacional de Cielos Oscuros para proteger los cielos oscuros y ecosistemas en parques y áreas; dijo que sin una acción concertada para revertir esta tendencia, el impacto en el medio ambiente natural se acelerará.
‘Con esas acciones se exacerba aun más la crisis de la biodiversidad, desperdiciando energía y significando que toda una generación crecerá en un crepúsculo perpetuo’, puntualizó.
Estudios anteriores al de la Universidad de Exeter ya habían alertado sobre la contaminación lumínica procedente de las farolas u otras fuentes artificiales por el impacto significativo en el medio ambiente natural, así como su influencia en la disminución masiva de poblaciones de insectos.
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