Sin embargo, el jefe de la nación más poblada del mundo y ella misma por sí sola el mercado más consumidor de cualquier producto comerciable, se dirigió a los gobernantes latinoamericanos y caribeños a invitación del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador.
Xi pronunció cada detalle de su mensaje con una precisión de mecanismo de reloj para no dejar dudas de que, por encima de cualquier otro interés, China valora el acercamiento y la cooperación con este importante mercado.
De inicio expresó que su gobierno atribuye suma importancia al fortalecimiento de las relaciones con la Celac y recordó al respecto que en julio de 2014 los dirigentes de esos países y él declararon el establecimiento del Foro China-Celac, abriendo así una nueva vía para la cooperación.
Quizás lo más trascedente de su mensaje es el reconocimiento de que la Celac se ha convertido en la plataforma principal para aglutinar fuerzas amistosas de los diversos sectores chinos y latinoamericanos.
Ese criterio es muy importante si se toma en consideración el pensamiento medular expresado por López Obrador en su discurso en el Castillo de Chapultepec por el 238 aniversario del natalicio del Libertado Simón Bolívar, repetido en sus conferencias mañaneras y en otras ocasiones sobre el futuro del comercio mundial.
El mandatario mexicano insiste en un fortalecimiento de las relaciones comerciales y financieras de América pues el curso de los acontecimientos muestra que es imposible continuar con las políticas hostiles propias de la doctrina monroista, de la época de las cañoneras y de los bloqueos.
Plantea que ese fortalecimiento de la región es imposible si al mismo tiempo no se consolida en la parte norte del continente -es decir, México, Estados Unidos y Canadá- que ya cuentan con un instrumento adecuado pero sujeto al perfeccionamiento, como el tratado comercial que enlaza a la economía de esos tres países.
La advertencia que hace López Obrador se refiere precisamente al crecimiento del comercio exterior de China y el impetuoso desarrollo de todo el aparato productivo y científico que le sirve de base.
Algunos interpretan esas palabras como una advertencia tendente a promover una política de contención del ‘expansionismo comercial chino’ que relacionan con el macroproyecto de la nueva ruta de la seda.
Sin embargo, nada más lejos de esa exegesis tendenciosa, pues el sustrato del mensaje de López Obrador es que la región debe salir de su estancamiento o retraso en aquellos sectores de la producción, la tecnología y las ciencias por las que se destaca China pues toda su oferta a nuestros mercados se puede producir aquí.
De ahí que López Obrador sea muy preciso cuando asegura que no puede existir una rivalidad entre el norte y el sur americano, sino una complementariedad que le permita al continente autoabastecerse y competir con otros mercados.
Pero para ello, requiere renovar o eliminar viejas estructuras obsoletas que siguen conformando un pensamiento retrógrado, como son las políticas de hostilidad y bloqueo, sometimiento, lacayismo y conservación de mecanismos desfasados, agresivos e inútiles, como la Organización de Estados Americanos.
En ese contexto ideal que cuesta mucho concretar y para el cual en nada ayuda la actual administración en Estados Unidos del demócrata Joe Biden, que sigue tan torpe y obstaculizadora como la de Donald Trump, China no es discriminada ni apartada, sino que es invitada a participar.
Aunque no se ha dicho explícitamente, todo parece indicar que ese es el sentido más profundo de la invitación a Xi de que dedicara un mensaje a sus iguales de Latinoamérica y el Caribe.
Por eso tiene tanta significación la afirmación del líder chino de que, habiendo superado la prueba de las vicisitudes internacionales, los vínculos entre China y esta región han entrado en una nueva era caracterizada por la igualdad, el beneficio mutuo, la innovación, la apertura y el bienestar para los pueblos.
‘La amistad entre China y América Latina y el Caribe viene renovándose y es cada vez más arraigada en los corazones de ambos pueblos’, concluyó Xi. Esperemos que todos entiendan el mensaje y que, finalmente, la VI Cumbre de la Celac haya marcado un antes y un después en las relaciones totales hemisféricas.
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