No es solo cuestión de lauros, sino del valor simbólico que reviste el reconocimiento por parte de uno de los eventos dedicados al séptimo arte más prestigiosos de Europa y el mundo a la impronta de la mujer en la realización cinematográfica desde sus diferentes roles.
En tiempos en que la voz femenina clama con fuerza por sus derechos en la industria del cine, San Sebastián la enaltece en correspondencia a la calidad de su trabajo detrás y frente a las cámaras.
La Concha de Oro, el máximo galardón de la cita, fue para una directora mujer, que contó, de manera atrevida, original e inteligente la historia de otra fémina, en este caso de una adolescente.
La rumana Alina Grigore se alzó con el premio por su cinta Blue Moon, un relato fílmico sobre las ansias de superar espacios y entornos para lo que es necesario lidiar con el rechazo como precio a pagar.
Una visión de la emancipación femenina difícil de alcanzar, de ser completa, que constituye el debut como directora de Grigore.
Varios críticos señalan que en el resultado tiene mucho que ver la elección de la georgiana Dea Kulumbegashvili al frente del jurado de la sección oficial, una realizadora que en la pasada edición se llevó a casa la Concha de Oro con la cinta Begining, también su ópera prima.
Entre las premiaciones destaca la Concha de Plata otorgada como mejor directora a Tea Lindeberg, realizadora danesa que debuta en el largometraje con As in heaven, una adaptación de la novela de 1912 A night of death de su compatriota Marie Bregendahl.
Por otra parte, las actrices Jessica Chastain y Flora Ofelia Hofman compartieron la Concha de Plata en la categoría de mejor interpretación protagonista, que por primera vez no distingue entre hombres y mujeres.
Así San Sebastián se inclina, con toda justicia, ante la impronta de la mujer en el cine, una postura que también adoptaron certámenes como el Oscar estadounidense cuando premió a la china Chloé Zhao como mejor directora por el filme Nomadland.
También lo hicieron Cannes con la Palma de Oro a Julia Ducournau, por dirigir el filme Titane, y Venecia con el León de Oro para Audrey Diwan, por la realización de El acontecimiento.
Si bien no es la primera vez que el circuito de festivales más influyentes reconoce a las mujeres en el cine, que varios de sus premios más importantes terminen en manos femeninas en lo transcurrido del año es visto como una señal de cambios en una industria donde la igualdad de género aún es una aspiración.
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