Los trabajadores sanitarios, públicos y privados, que permanecen en Afganistán se enfrentan a una crisis humanitaria, con personal y recursos cada vez más escasos, subrayó la cadena Al Jazeera.
Tras la caída de Kabul en manos de los talibanes, Estados Unidos congeló nueve mil millones de dólares en activos pertenecientes al Banco Central de Afganistán.
A la par de Washington, el Banco Mundial bloqueó las cuentas de los proyectos de desarrollo en la nación centroasiática y el Fondo Monetario Internacional suspendió el acceso del país a sus recursos, incluidos 440 millones de dólares en nuevas reservas monetarias.
Afganistán quedó aislado de las instituciones financieras internacionales, lo cual provocó una crisis de liquidez que obligó a los bancos locales a establecer un límite de retirada de fondos de 20 mil afganis (200 dólares) a la semana.
Pero muchas personas se quejan de no poder acceder ni siquiera a esa suma, agregó la fuente.
Se calcula que uno de cada tres afganos sufre inseguridad alimentaria aguda debido a los altos precios de los alimentos y al aumento de la pobreza, entre otros factores, y la situación probablemente empeore, según las agencias de ayuda.
Mientras las necesidades se disparan, casi dos mil centros de salud financiados por los donantes cerraron o están parcialmente operativos después de la suspensión de la ayuda por la preocupación de financiar un gobierno talibán.
Lo anterior paralizó el Proyecto Sehatmandi, un programa sanitario de múltiples donantes administrado por el Banco Mundial y ejecutado por el Ministerio de Salud Pública afgano que constituye la columna vertebral del sistema sanitario del país.
De un total de dos mil 309 instalaciones, solamente 393 siguen operativas.
El movimiento Talibán tomó Kabul a mediados de agosto en veloz ofensiva mientras Estados Unidos y sus aliados de la OTAN sacaron sus fuerzas del país tras 20 años de ocupación militar, billones(millón de millones) de dólares en gastos de guerra y miles de civiles muertos.
Los fundamentalistas radicales islámicos controlan actualmente una nación más empobrecida que hace dos décadas, con 11 millones de refugiados fuera del país, cinco millones de desplazados internos y la mayor parte de la población al borde de la hambruna.
Muchos afganos temen el regreso del estricto régimen talibán, cuyo anterior gobierno cometió numerosos abusos, sobre todo contra las mujeres, las niñas y las minorías étnicas.
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