Al conocer que el entonces ministro de Educación, Armando Hart Dávalos, estaba a punto de viajar a Guinea para asistir a un congreso mundial de educadores, la dirección de la agencia logró incorporarme a la delegación cubana.
Todo se resolvió en pocas horas: pasaporte, visados y demás. En la víspera del viaje, el director, Jorge Ricardo Masetti, me dio instrucciones de plantear a los dirigentes guineanos el interés de Prensa Latina de instalar una oficina en Conakry.
A la vez, me dijo: “Vete para el Banco Nacional, allí el Che te espera para darte un dinero por si tienes que ofrecer una recepción para anunciar la apertura de la agencia en África”.
En las primeras horas de la madrugada llegué al despacho del comandante Ernesto Guevara. Estaba sin camisa, tirado en el piso con un libro en la mano. Era la primera vez que tenía la oportunidad de estrechar su mano e intercambiar saludos con él.
Luego de conocerme, indicó a su secretario que me diera cien dólares… y seguidamente me dijo: “Marrero, los gastas si hace falta…”. Mi respuesta fue: “Correcto, comandante”.
Tras escalas en Caracas, Sao Paulo y Dakar, llegamos a Conakry, ciudad con una espantosa miseria, en la cual destacaban algunas casas de ladrillos, la mayoría de ellas sin puertas y ventanas.
Pensamos: ¿No están concluidas?, pero luego supimos que los colonialistas franceses, que las habitaron, antes de abandonar el país las habían desprendido, y también destruido tazas y lavamanos de los baños e instalaciones de las cocinas.
Cuando Sekou Touré recibió en el Palacio Presidencial a Hart y al resto de la delegación cubana, ya casi al final del encuentro, le planteé al Presidente guineano el interés de establecer la primera corresponsalía de Prensa Latina en África.
Le expliqué, por supuesto, la misión de la agencia. Y, de inmediato, el Presidente dio instrucciones para que el Ministro de Información me recibiera y discutiéramos el asunto.
Al día siguiente, así ocurrió. Mostró gran interés en el proyecto y habló de colaborar en asuntos como vivienda y transporte pero, cuando le preguntamos sobre la manera de transmisión y recepción de mensajes, apuntó que en Conakry sólo podía hacerse por una oficina de la Western Union, de propiedad norteamericana.
Ante tal contingencia, decidí aplazar lo de anunciar la apertura de la primera oficina de Prensa Latina en África.
Desde el punto de vista político, sin duda, la plaza de Conakry era importante, pero la carencia de estructura de comunicación y el aislamiento en que se encontraba, según pensé, era un obstáculo en aquellos momentos para cumplir la misión de una agencia noticiosa.
Al regresar a Cuba, Masetti y un pequeño equipo de la agencia estaban en San José de Costa Rica en una conferencia de la OEA. El administrador de la agencia, Martínez Pedro, me llamó: “Marrero, ¿trajiste los cien dólares que te dio el Che? Porque se necesitan allá en Costa Rica”.
Mi respuesta: “Cumplí con lo que me dijo el Che, doctor”.
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