La víspera, ya con 75 casos confirmados y en plena Fase 3 de enfrentamiento a la epidemia, el gobierno dispuso la suspensión en las enseñanzas preescolar, primaria y media por 15 días atendiendo a una petición de la Asociación Chilena de Municipalidades, y en medio de críticas por no haber tomado ese medida antes.
Esa y otras disposiciones fueron anunciadas desde el palacio de La Moneda por el presidente Sebastián Piñera para buscar la contención del coronavirus y que refuerzan el paquete presentado la noche del viernes.
Ese día se dispuso la suspensión de todos los eventos y reuniones que pudieran congregar a más de 500 personas, pero ahora esa cifra se reduce a 200.
En el orden de los controles sobre los viajeros que entran al país, se implementarán “aduanas sanitarias” en las fronteras, que podrían rechazar el ingreso de determinadas personas y quienes no respeten cuarentenas tras llegar a Chile desde zonas de riesgo, serán sancionados.
Incluso, añadió Piñera, si es necesario, serán cerrados algunos pasos fronterizos, mientras que ya este domingo comenzó la prohibición de la llegada de cruceros.
El mandatario insistió en que el país adoptó todas las medidas necesarias para enfrentar el desafío que representa el nuevo coronavirus, y exhortó a la ciudadanía a ser responsable y seguir al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
A pesar de la saturación informativa sobre la expansión del nuevo coronavirus por el planeta y las crecientes posibilidades de que en el país llegue a desatarse la epidemia, en general la población se mantiene todavía en calma y lejos de la histeria acaparadora, como ha ocurrido en otras naciones donde los mercados han quedado vacios.
Pero la preocupación está latente no solo por los efectos del COVID-19 sobre la salud, sino los estragos que ya comienza a producir en la economía.
En la última semana, el derrumbe de las bolsas del mundo también se sintió en la de Santiago y el peso chileno llegó a niveles históricos en su pérdida de valor frente a la divisa estadounidense, al cotizarse a 843 por dólar.
Tal devaluación ya se refleja en subidas de precios en muchos productos en un país que adquiere en dólares la mitad de los artículos que consume, y abre la puerta a un peligroso aumento de la inflación.
La ralentización de la economía mundial mantiene a la baja el precio del cobre, principal aportador a las arcas del Estado, lo que equivale a muchos millones de dólares menos para sufragar programas anunciados por el gobierno.
El sector del turismo, resentido por la inestabilidad social del país, ahora también se ve golpeado por la prohibición de la recalada de cruceros a los puertos del país, ante lo cual la Federación de Empresas de Turismo anticipó que, sin ayuda económica del gobierno, una gran cantidad de negocios tendrán que cerrar.
Incluso el ministro de Hacienda, Antonio Briones, advirtió que la economía sufrirá un fuerte impacto, aunque dijo esperar que esto sea solo por un tiempo más o menos breve, según como se desenvuelva la epidemia en el planeta.
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