A esta conclusión llegó un equipo de científicos que investigó los meteoritos descubiertos en la Antártida, ubicación donde el clima, la superficie blanca y el movimiento del flujo de hielo hace más fácil preservar y detectar esos objetos.
Según dijo a la British Broadcasting Corporation uno de los autores, Geoff Evatt, la gran mayoría de los objetos que golpean la Tierra son realmente pequeños y objetos más grandes “son muy, muy poco frecuentes».
El estudio posibilitó a los expertos extrapolar los datos y aplicarlos a un entorno global para revelar dónde caen realmente la mayoría de los meteoritos, lo cual, aseguran, podría ayudar a crear un mejor plan de contingencia si una roca espacial amenazante se dirigía hacia la Tierra.
La investigación plantea, que el modelado aplicado también permite reevaluar el riesgo para la Tierra de los impactos de meteoritos más grandes.
Ahora ese riesgo es “un 12 por ciento más alto en el ecuador y un 27 por ciento más bajo en los polos que si el flujo fuera globalmente uniforme», subrayó Evatt y añadió que “invertir la metodología proporciona una herramienta valiosa para planificar nuevas misiones de recolección de meteoritos a regiones no visitadas de la Antártida».
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