Según un comunicado, tales poblaciones “corren el riesgo de más hambre y pobreza a medida que la región se prepara para el impacto de una nueva oleada de langostas en junio, justo en el momento de la cosecha”.
Esa se trataría de una triple crisis, pues a esa invasión del insecto se suman las inundaciones sufridas por países de la zona y los efectos de la pandemia de la Covid-19.
Las recientes lluvias –que podrían extenderse al menos hasta avanzado junio- son las más fuertes caídas en la región en los últimos 40 años, provocaron graves inundaciones que causaron alrededor de 400 muertos y forzaron a medio millón de personas a abandonar sus hogares, tras destruir cosechas y medios de subsistencia.
De acuerdo con el mensaje, esas precipitaciones, intensificadas por el deterioro climático, también crearon condiciones adecuadas para la reproducción de las langostas del desierto, lo que hace temer que “los enjambres puedan ser 400 veces más grandes que lo habitual”.
Ahora la referencia a la plaga de esos insectos, considerada la mayor en 60 años, señala que arrasó miles de hectáreas de cultivos en países como Kenya, Etiopía y Somalia, donde además la evolución de la pandemia por el nuevo coronavirus complica los esfuerzos para contener a la Schistocerca gregaria o langosta del desierto.
En tal escenario, apunta Oxfam, las inundaciones y la nueva ola de langostas generarán “un aumento de la escasez de alimentos en una región en la que más de 33 millones de personas ya padecen de una grave inseguridad alimentaria”.
Además es probable que los efectos económicos de las medidas para frenar la Covid-19 empujen a millones de personas a una mayor pobreza, debido a que son escasas o inexistentes las redes de seguridad social para proteger a tales ciudadanos.
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