La investigación, a cargo de la Universidad de California y National Geographic Society, descubrió que ese efecto es mucho menos en determinadas zonas, entre un 20 y 34 por ciento, luego de verificar cuatro mapas sobre impacto de la presencia del hombre en la tierra.
De acuerdo con los investigadores las áreas más grandes dentro de esta clasificación son la tundra del norte de Asia y América del norte, los bosques boreales, el desierto del Sáhara y el Outback de Australia.
Concretamente, la tundra y los bosques boreales son los que tienen la influencia más baja de todos, por ser zonas más secas y frías y poco aptas para la agricultura.
Por el contrario las regiones más afectadas son donde se han construido ciudades, se desarrollan cultivos, explotaciones para la extracción de materiales y minas, las cuales tienen un ambiente cálido.
En opinión de Andrew Jacobs, autor principal del estudio, se trata de mostrar una manera de controlar el impacto humano sobre el planeta, lo cual se logra con planificar el uso de la tierra identificando las localizaciones más adecuadas para la agricultura y las ciudades.
Jacobs consideró también que el riesgo para el ser humano de sufrir enfermedades como la Covid-19 podría reducirse prohibiendo el comercio y la venta de animales salvajes, y minimizando la intrusión humana en áreas silvestres.
El objetivo de los expertos era presentar este estudio en la Conferencia Mundial sobre Diversidad Biológica, prevista para celebrar en China este otoño, pero debido a la pandemia se aplazó, y donde se pretende establecer objetivos más concretos y más eficaces para la conservación de la naturaleza.
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