Al intervenir en la Plaza del Capitolio ante los participantes en un encuentro internacional de oración y paz promovido por la Comunidad de San Egidio, el sumo pontífice señaló que el dolor de la guerra se agrava con la pandemia de la Covid-19 y la imposibilidad de acceder a los cuidados necesarios en muchos países.
“Ninguno se salva solo, paz y fraternidad” se denomina el evento anual realizado desde 1986 en el cual participaron, en esta ocasión, el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, junto con representantes del islam, judaísmo y budismo.
En su discurso, Francisco subrayó que poner fin a la guerra es un deber impostergable de todos los responsables políticos ante Dios y añadió que la paz es la prioridad de cada política.
Tras expresar que Dios pedirá cuentas a quien no buscó la paz o fomentó tensiones y conflictos, el papa apuntó que a partir de la fe religiosa se puede devenir artesanos de la paz y no espectadores inertes del mal de la guerra y el odio, pues, afirmó, “las religiones están al servicio de la paz y la fraternidad”.
Por esto, este encuentro incita también a los líderes religiosos y todos los creyentes a rezar con insistencia por la paz, a no resignarse jamás ante la guerra, a actuar con la fuerza benévola de la fe para poner fin a los conflictos.
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