Por la denominada Operación Spoofing (usurpación), la Policía Federal detuvo a finales de julio en Sao Paulo a cuatro sospechosos de hackear los celulares del exjuez Sérgio Moro, otras autoridades y fiscales de la Lava Jato.
En el periodo de la acción policial, el sitio online The Intercept Brasil publicó una serie de pláticas deshonestas entre Moro e integrantes de la operación judicial.
Los mensajes pusieron al desnudo la falta de imparcialidad del exministro de Justicia y su influencia en procedimientos y estrategias de la Lava Jato, así como sus intenciones de condenar sin pruebas al fundador del Partido de los Trabajadores (PT).
Durante una entrevista con la televisora CNN, el hacker Walter Delgatti confirmó lo que ya es un hecho de dominio público: Lula fue el foco de Moro y el abogado Deltan Dallagnol, excoordinador de la Lava Jato.
Según Delgatti, los mensajes intercambiados entre ambos demostraron que tenían marcado interés en el expresidente.
Tal acceso de la defensa de Lula al contenido pirateado de móviles inteligentes fue determinado por el juez Ricardo Lewandowski el 28 de diciembre. Sin embargo, la autoridad tuvo que respaldar su fallo dos veces hasta que se cumplió.
Ante los hechos, los fiscales alegaron que ‘utilizar las supuestas pruebas para cualquier fin es completamente despreciable desde el punto de vista jurídico. Fuimos víctimas de piratas, pero no reconocimos los mensajes’, apuntaron.
Insistieron en que el material se obtuvo de forma delictiva ‘y su utilización como prueba para otros fines dará lugar a graves violaciones del proceso judicial’.
Al respecto, la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, aseguró que Moro tiene miedo de la divulgación de mensajes que prueban su confabulación y parcialidad en procesos judiciales.
Denunció que el exmagistrado presentó una solicitud ante la corte suprema para evitar que vean la luz conversaciones telefónicas que ratifican su colusión contra Lula.
También en un artículo publicado este lunes en el diario O Globo, el periodista Demetrio Magnoli comentó que el acceso a los mensajes intercambiados entre Moro y Lava Jato puede agravar la sospecha de parcialidad del exministro.
‘La guerra contra la verdad tiene el doble propósito de evitar la desmoralización legal de la banda (Lava Jato) y de preservar los residuos de un proyecto político envenenado por la asociación de Moro y (el presidente Jair) Bolsonaro’, remarcó Magnoli.
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