Lo esencial de esta jornada es que las familias se reúnan para en la medianoche despedir a la astuta Rata y dar la bienvenida al reinado del metódico y trabajador Buey, durante el año 4719 del calendario que sigue esta parte del planeta.
Pero nuevamente la Covid-19 opacó la celebración y millones de personas renunciaron a desplazarse hasta el lugar natal para estar con sus seres queridos, luego del llamado del Gobierno a no realizar viajes innecesarios a fin de evitar una propagación de la enfermedad.
No obstante, la vorágine festiva se mantuvo y dio paso al auge de cenas por encargos, bodas en centros laborales y hasta envíos familiares de alimentos típicos de la fecha, para quienes optaron por quedarse en ciudades de residencia, estudio o trabajo.
Según marca la tradición, la última noche es el momento de adorar a los antepasados con ofrendas para pedir por la buena salud y la prosperidad.
También ocurre la cena de Nochevieja o de reunión, considerada la comida más importante porque todas las generaciones de cada casa generalmente se sientan alrededor de mesas redondas repletas de platos y donde no pueden faltar el pescado, los ravioles y los rollitos de primavera.
En los últimos tiempos en China tener la cena en restaurantes se puso de moda y lograrlo se tornó tarea difícil porque las reservaciones requieren meses de antelación, todo queda copado o los precios se triplican para obtener tan solo el derecho a la mesa.
Por lo general, tras el banquete se disfruta en conjunto de la Gala del Festival de Primavera, uno de los programas de televisión más vistos en el país, y al mismo tiempo comienza la entrega de regalos y los sobres rojos (hong bao) con dinero.
Con el auge de la informatización esta práctica se hace ahora desde el teléfono móvil por la popular red de mensajería instantánea WeChat.
El lanzamiento de fuegos artificiales y petardos es una costumbre que disminuyó significativamente por el tema de la contaminación ambiental.
La festividad es la más trascendental de la cultura de China, pero no solo es típica de aquí y se celebra, bajo distintos nombres y peculiaridades propias, en otros territorios asiáticos.
Por ejemplo, en la península Coreana se denomina Seollal, para Vietnam es el Tet Nguyen Dan y Mongolia la llama Tsagaan Sar, en tanto en la región del Tíbet chino se trata del Losar.
En todos los casos lo común son las decoraciones en rojo en casa, negocios y calles, desfiles de danzas milenarias, tradiciones populares y la imprescindible cena en familia.
La fiesta empieza con la aparición de la primera luna nueva del calendario lunar, dominado por las fases del satélite natural de la Tierra en vez de centrarse en el sol, como ocurre en Occidente.
A diferencia del gregoriano, del 1 de enero al 31 de diciembre, los meses en este almanaque siempre tienen la misma duración (29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,9 segundos) y por eso es que varían las fechas de inicio del Año Nuevo Lunar.
Las celebraciones terminarán con el Festival de las Linternas el decimoquinto día del primer mes lunar, o sea, el 26 de febrero, y se espera que sea otro momento de exhibiciones de faroles decorados y Baile del Dragón, un desfile colorido de figuras del mítico ser hechas de papel, seda y bambú.
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