La prensa local informó que ya están en el hotel del encuentro Yang Jiechi, director de Asuntos Exteriores del Partido Comunista, el canciller Wang Yi y el resto de la delegación acompañante.
Ambos dirigentes representarán a Beijing en la cita, mientras por la parte norteamericana lo harán el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.
La reunión de dos días es vista como el primer paso en el necesario proceso de reconciliación entre China y Estados Unidos, luego de un prolongado período de confrontaciones, al punto de casi destapar una Guerra Fría.
Pero similar a los últimos años, le precede tensiones renovadas y ahora por la imposición de sanciones estadounidenses a 24 legisladores chinos bajo el argumento de que ‘contribuyeron a reducir el alto grado de autonomía’ de Hong Kong con la reforma al sistema electoral allí.
Aparte de reciprocar esas medidas, Beijing rechazó las recientes declaraciones de Blinken en su contra y le exigió dejar de entrometerse en asuntos vinculados a Taiwán, Hong Kong, Xinjiang, el mar Meridional y las islas disputadas con Japón.
Este jueves Zhao Lijian, vocero de la Cancillería, advirtió a la Casa Blanca que serán inútiles las alianzas y presiones, pues la nación asiática no cederá ‘ni un ápice’ en la determinación de proteger sus intereses de desarrollo, seguridad y soberanía nacional.
En similares términos se pronunció más temprano el embajador en Washington, Cui Tiankai, al enfatizar en que el respeto mutuo y el trato como iguales son prerrequisitos para garantizar el éxito de cualquier diálogo.
No obstante, el diplomático consideró la cita de Alaska el comienzo de una etapa de intercambios ‘honestos, constructivos y racionales’, aunque se requerirán más contactos para resolver el abanico de diferencias entre las dos potencias.
Si bien China apuesta por sepultar los conflictos bajo el mandato del presidente demócrata, Joe Biden, advierte sobre las consecuencias de traspasar la línea roja en cuestiones sensibles.
De hecho, observadores visualizaron en las sanciones a 28 exfuncionarios de la administración de Donald Trump, un mensaje claro de lo que podría hacer para defenderse si persisten las discordias.
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