Justo el lunes, los cancilleres de la Unión Europea (UE) firmaron un compendio de medidas punitivas contra cuatro funcionarios y una compañía china, alegando supuesto maltrato en la región autónoma uigur, con fuerte presencia de musulmanes.
Se trata de la primera vez en 30 años que el bloque procede con acciones como esas, pero además el Parlamento Europeo canceló abruptamente una reunión el martes sobre el acuerdo bilateral de inversiones y algunos legisladores pidieron boicotearlo.
Aparte de la UE, de manera simultánea Reino Unido, Canadá y Estados Unidos también aprobaron sanciones contra China bajo el mismo argumento.
Beijing, por su parte, reciprocó con igual contundencia las de Bruselas y Londres, llamó a la racionalidad y advirtió que si persiste la hostilidad occidental se verá forzado a contraatacar en defensa de su soberanía e intereses.
Rechazó los señalamientos de violación de derechos humanos en su suelo y reiteró que no admitirá chantajes ni injerencia en un tema de índole interno.
Observadores locales avizoran un impacto negativo en los nexos con Europa, pese a la buena vibra por recientes pactos para garantizar mayor ingreso y protección a operaciones y bienes en los respectivos mercados.
A juicio de muchos, además de las sanciones algunas entidades y compatriotas de la nación asiática podrían demandar a quienes divulguen en la UE rumores sobre la región autónoma uigur.
En ese contexto, desde el miércoles marcas de ropa como la sueca H&M, las estadounidenses Gap, Nike y New Balance, la alemana Adidas, la británica Burberry y la japonesa Uniqlo, enfrentan una fuerte controversia en China porque dejaron de adquirir algodón procedente de Xinjiang por el supuesto uso de trabajo forzoso.
El escándalo se agravó con un llamado a boicotear sus productos, la desaparición de ofertas en sitios del comercio electrónico aquí (Tmall, Jingdong y Pingduoduo), más la ruptura de contratos de publicidad con una treintena de celebridades locales y equipos de fútbol.
Reportes de la prensa incluso informan del cierre de tiendas físicas y el retiro de vallas publicitarias de dichas compañías.
En reiteradas ocasiones, las autoridades chinas denunciaron la politización de tema Xinjiang en Occidente y aseguraron que los programas aplicados allí buscan frenar el terrorismo, el separatismo y la radicalización.
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