Al igual que hace solo 13 días, el fenómeno proviene de Mongolia, durará todo el día y lo acompañan vientos intensos más una gran concentración de partículas de polvo y arena flotando en el aire.
El servicio meteorológico nacional emitió la alerta amarilla (la tercera de mayor importancia) y en esta capital, por ejemplo, la visibilidad en las vías está a menos de mil metros de distancia en distritos periféricos.
Además, la contaminación se agravó con el nivel de las peligrosísimas partículas PM10 cercano a los 10 mil microgramos por metro cúbico, lo cual mantiene en 500 el índice que mide el deterioro de la calidad del aire.
Según los especialistas, la situación no es tan compleja como la del pasado día 15, cuando la ciudad y otras regiones del norte de China sufrieron la peor tormenta de arena en una década.
No obstante, gran parte de la población está resguardada y en la calle solo circulan pocos vehículos.
Si bien históricamente la primavera se caracteriza por el impacto de esos eventos, en años recientes fueron menos frecuentes y devastadores en China gracias a proyectos masivos de siembra de árboles como la Gran Muralla Verde que protegen, al tiempo de frenar la expansión del desierto del Gobi. Pero analistas enfatizan en la necesidad de consolidar la cooperación con Mongolia para lograr resultados mejores y atacar desde la raíz los problemas de deforestación, que junto a la sequía es culpable de las tormentas de arena.
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