Zhao Lijian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, recordó en rueda de prensa que el accidente ocurrido hace 10 años en esa planta tuvo un impacto serio en el entorno marino, la seguridad alimentaria y la salud humana.
Llamó a las autoridades de Tokio a proceder con responsabilidad y antes de dar cualquier paso tener en cuenta a su pueblo, los países vecinos y a toda la comunidad internacional.
Asimismo, demandó una evaluación profunda sobre los posibles efectos de las aguas tóxicas de la central de Fukushima y hacer público la información de manera oportuna, estricta, abierta y transparente.
Las declaraciones de Zhao siguen a reportes de prensa sobre el anuncio el martes próximo del plan japonés para el vertimiento en el océano Pacífico del líquido, luego de tratarlo retirar la mayor parte de los elementos radiactivos.
La central almacenó en enormes tanques 1,22 millones de metros cúbicos de agua procesada que procede del enfriamiento de los núcleos de los reactores dañados, los acuíferos subterráneos y lluvias.
El Gobierno nipón y la operadora de la planta, Tokyo Electric Power optaron por esta medida al considerarla la más viable ante la acumulación del producto, pues la capacidad límite de llenado es de 1,37 millones de metros cúbicos y se estima que se podría alcanzar el próximo año.
Pero la rechazan China, Corea del Sur y hasta las asociaciones de pescadores de Fukushima, una de las industrias más castigadas por el accidente de 2011, por temor a la contaminación del ecosistema marino.
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