Así lo considera el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, al no dudar de que, por mucho que un niño desnutrido coma, no se recuperará si el agua disponible para beber es insalubre.
Según el último informe de ese organismo sobre acceso al agua en el mundo, uno de cada cinco menores carece de ese vital recurso en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades diarias, situación especialmente peligrosa en pequeños con una edad inferior a los tres años.
Agrega, además, que la desnutrición está detrás de la mitad de las muertes de niños menores de cinco años en el mundo, donde cada día ocho mil pequeños fallecen por esa causa, entendida como una combinación de falta de alimentos y enfermedades infecciosas.
A pesar de los grandes progresos en la lucha contra el hambre y la mortalidad infantil, 59 millones de niños sufren desnutrición aguda por una grave escasez de alimentos y 155 millones padecen desnutrición crónica con problemas de retraso de crecimiento, apunta Unicef.
De acuerdo con el propio organismo, 340 millones de infantes son afectados por la llamada hambre oculta, con deficiencias de vitaminas y nutrientes esenciales que afectan el desarrollo normal.
Tales cifras tienen que ver con otros números devastadores: dos mil 100 millones de personas no tienen acceso a agua limpia, condición clave para entender la desnutrición en el mundo.
Tanto es así que las zonas del planeta más azotadas por esa tragedia son las de una vulnerabilidad hídrica más alta, una sequía capaz de impidir el desarrollo de una producción alimentaria suficiente para la población, y con falta de agua limpia para beber y tener una higiene adecuada.
Por eso, los programas de atención a la infancia de la Unicef destacan la importancia de que los menores dispongan de agua limpia durante los primeros mil días de vida y que en ese período no sufran con asiduidad de enfermedades diarreicas.
‘El 66 por ciento de los niños atendidos en nuestros centros sufren enfermedades transmitidas por el agua, que les provoca un deterioro del sistema inmunitario, problemas de crecimiento y desarrollo’, señaló el especialista en Agua, Saneamiento e Higiene de Unicef, Koenraad Vancraeynest.
‘Si las familias consumen agua con contaminación bacteriológica sufren enfermedades como las diarreas y la parasitosis. Esta situación prolongada trae consigo la desnutrición crónica en los niños y niñas’, lamentó.
A ello se suma la advertencia sobre una próxima pandemia de hambre y de la situación de 700 millones de personas que no tienen acceso a una alimentación adecuada, casi el 10 por ciento de la población mundial.
La entidad alzó la voz por los 250 millones de personas desnutridas que hay actualmente en África, y alertó que las proyecciones no son nada halagüeñas: si persisten el aumento de prevalencia de la desnutrición, cuya tasa actual de 19,1 por ciento se elevará hasta el 25,7 en el 2030.
En opinión del director de Programas de Emergencia de Unicef, Manuel Fontaine, los niños malnutridos son también más vulnerables a las enfermedades transmitidas por ese líquido, como el cólera o la fiebre tifoidea, las cuales aportan cifras millonarias de muertes al año por causas relacionadas con la inseguridad hídrica, consumo o contacto con agua contaminada con bacterias o parásitos.
Adicionalmente, los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías e inundaciones agotan o contaminan los suministros de agua, lo que pone en peligro tanto la calidad como la cantidad a consumir por comunidades enteras, así como una agricultura débil porque no puede hacer frente a las necesidades de la población.
Por ejemplo, la región del Lago Chad, en África occidental, ha perdido cerca del 90 por ciento de su masa hídrica desde 1963 debido a la variabilidad climática y a la presión demográfica, con consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria de esa región.
Ello demuestra que el trinomio agua-alimentación-salud estará cada vez más ligado en un planeta con un futuro incierto, donde la cooperación entre Gobiernos, entidades, empresas y población es fundamental para que esta dramática situación no avance y se alcance en un futuro próximo la condición de hambre cero.
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