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Mosaico Damasceno, artesanía única que sobrevivió la guerra (+Fotos)

Damasco, 28 abr (Prensa Latina) Damasco, la capital habitada más antigua de la historia, siempre sorprende a sus visitantes con sus admirables artesanías, en particular el Mosaico Damasceno, que deja huella imborrable en la memoria de quienes visitan esta milenaria ciudad.

Esta profesión basada en el arte de incrustación de la madera con conchas marinas, se considera una de las más antiguas de las que Damasco fue y sigue siendo famosa.

La historia de esa artesanía se remonta a más de 700 años. Nació y floreció en Damasco debido a su proximidad a Ghouta y sus huertos ricos en varios tipos de madera, la materia principal en la que depende esa industria.

A pesar de la posibilidad de introducir tecnologías digitales y programas de diseño modernos, esta profesión se mantiene manual en un 90 por ciento.

El nogal, el olivo, el albaricoque, entre otros, es la madera que el artesano incrusta y transforma en formas artísticas y geométricas como el triángulo, el cuadrado, el octágono y el hexágono.

Pone todo su talento y habilidad en la obra que termina con formas geométricas complejas y de suma belleza que reflejan la paciencia, precisión, destreza, amor, maestría y dedicación del artista.

                                            
                                                      

‘Esta profesión se mantiene viva porque se transmite de una generación a otra’, reafirmó a Prensa Latina, Mohamed Al-Ouf, quien heredó el amor a este oficio gracias a su padre Ayman, apodado como el Rey de Mosaico y quien, a pesar de desplazarse por la guerra, se mantuvo apegado al mosaico hasta el último día de su vida.

El mérito de desarrollar este arte se atribuye a Gregorio Bitar, quien en el siglo XIX innovó nuevos métodos y formas de incrustación de madera y creó un centro de mosaico del que cientos de artesanos aprendieron y se graduaron. En este siglo, el número de personas que trabajaban en esta profesión superó el mil.

Con el tiempo, el mosaico se desarrolló en forma y colorido, y ya no se limita a producir piezas pequeñas, sino que fue llevado a muebles, mesas, sillas, butacas y salas de recepción. Esa belleza se observa en su máxima expresión en el Palacio Azem y la Casa Nizam, dos de los lugares mejores decoradas con este tipo de arte.

La guerra que estalló en 2011 afectó esa industria que dependía principalmente del turismo, e incluso muchos talleres fueron destruidos mientras que cientos de artesanos tuvieron que desplazarse y salir a países como Jordania, Egipto y Líbano, llevando consigo esta cultura identitaria ancestral.

Con la mejora de la situación de seguridad en el país a partir del 2015, esa artesanía ha vuelto a recuperar algo de esplendor, demostrando que no puede desaparecer porque lleva el nombre de Damasco.

El mosaico damasceno sigue siendo el embajador de Siria en todos los países del mundo y decora tanto los palacios de los sultanes y reyes como los hogares de la gente común.

                                             
                                                

mem/fm/cvl

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