El asunto saltó a la palestra tras conocerse aquí informaciones según las cuales un comunicado del Ministerio de Salud de Israel señaló que había sido detectado un ciudadano de esa nacionalidad infectado con una ‘variante chilena’ de la enfermedad tras viajar al exterior.
Al respecto, el director del Instituto de Salud Pública (ISP) de Chile, Heriberto García, descartó la existencia de esa mutación y señaló que inmediatamente revisaron la base de datos internacional Gisaid, que da cuenta de las variantes circulando por el mundo.
En declaraciones a Radio ADN, el funcionario puntualizó que ese centro ‘no ha detectado y no ha nombrado ninguna variante como chilena’.
García explicó que pudo tratarse de un israelí de tránsito por Chile quien en realidad tiene una de las tantas variantes procedentes de otras regiones pero que circulan en este país ‘y no están definidas como de preocupación o de interés’.
Por su parte, el ministro de Salud, Enrique Paris, reconoció haber sido informado del caso por la embajadora de Israel en Chile, Marina Rosenberg, pero coincidió en que no se ha detectado una ‘variante chilena’.
El tema no es nuevo, porque algunos especialistas han advertido que por la rápida propagación del coronavirus durante la segunda ola de la pandemia, especialmente en marzo y abril, bien pudiera haberse generado una mutación propia de este territorio.
Asimismo, señalaron la insuficiente realización de estudios de secuenciación genómica para detectar la naturaleza de las cepas circulando en Chile.
A principios de abril, el ministro anunció que se avanzaría en coordinación con el ISP y el Ministerio de Ciencias, para incorporar más laboratorios a este tipo de investigaciones.
En ese momento, Paris señaló que el país realizaba unas 176 muestras semanales, pero se elevarían a más de 500 con la cooperación de laboratorios de varias universidades, para ‘pesquisar cualquier cepa nueva o extraña que pueda explicar el aumento de casos’.
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