En el mensaje con motivo de la 107 Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, convocada por la iglesia católica para el 26 de septiembre próximo, el sumo pontífice recordó lo expresado por él en su encíclica ‘Hermanos todos’ sobre la situación del mundo una vez concluida la pandemia de Covid-19.
Pasada la crisis sanitaria, indicó entonces, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén ‘los otros’, sino sólo un ‘nosotros’.
En ese sentido, anunció que, inspirado en esa idea, decidió dedicar la celebración de este año al tema ‘Hacia un nosotros cada vez más grande’, con la intención de ‘indicar un horizonte claro para nuestro camino común en este mundo’.
Tras expresar que actualmente ‘el nosotros querido por Dios está roto y fragmentado, herido y desfigurado’, subrayó que ‘los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical’ resquebrajan o dividen el ‘nosotros’, incluso dentro de la iglesia.
Y el precio más elevado lo pagan quienes más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales, añadió.
Al abogar por ‘una iglesia cada vez más católica’, el pontífice precisó que en el encuentro con la diversidad de los extranjeros, migrantes, refugiados y el posible diálogo intercultural derivado de ella, ‘se nos da la oportunidad de crecer’ y ‘enriquecernos mutuamente’.
A todos los hombres y mujeres del mundo dirijo mi llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, a recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de justicia y de paz, asegurando que nadie quede excluido, puntualizó Francisco.
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