La celeridad con que se abordan los asuntos en el país de la región africana del Sahel evidencia la centralización en la gestión del poder, pues todas las atribuciones se concentran en el sucesor Mahatma Idriss Deby, así como en los generales agrupados en el Consejo Militar de Transición (CMT), que maneja las decisiones medulares.
Luego de disolver el gabinete, anular la Constitución y eliminar al Legislativo, la construcción del Gobierno avanza y persiste la idea de celebrar elecciones, mientras que observadores indican similitudes de ese proceso con el maliense, también dirigido por militares.
Aún sin emitir señales que caractericen completamente el modelo chadiano, lo concreto en la actualidad es que su dinámica incluye un objetivo: lograr la estabilidad interna amenazada por el Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad (FACT), con base en la vecina Libia, con el cual la autoridad rechaza intimar.
El Ejército y el FACT combaten desde mediados de abril en la región desértica de Kanem, en el occidente del país, a lo largo de la frontera con Níger y a medio camino entre el lago Chad y la norteña zona de Tibesti, frecuente escenario de agresiones de grupos extremistas, situación reforzada en los últimos tiempos.
Lo que ocurre en Chad puede, además, mostrar la capacidad operativa de la Unión Africana para encauzar los conflictos hacia soluciones viables y sobre la base de la cooperación internacional, una misión de la organización que evalúa los pasos previstos en la agenda de transformaciones del Estado subsahariano.
De todas formas, el continente permanece alerta de las novedades políticas. El caso de Yamena no es una excepción, y su manejo adecuado e inteligente puede bañar con sabiduría a todo el Sahel, lastrado con problemas socioeconómicos y donde abundan las amenazas de caos y violencia.
(Tomado de Orbe)