Con el total de heridos en la jornada de hoy, varios de ellos en estado crítico, el total de víctimas de la represión policía de la potencia ocupante superó los 400.
Las protestas, iniciadas la semana pasada por la expulsión de árabes residentes en el distrito de Sheikh Jarrah para construir un asentamiento de israelíes, se agravaron tras la invasión de fanáticos judíos al complejo de la mezquita Al Aqsa, uno de los tres lugares más sagrados del Islam.
Esta mañana la temperatura de los enfrentamientos subió varios grados tras la irrupción de uniformados israelíes, que atacaron con balas revestidas de goma a fieles musulmanes que oraban en la mezquita de Al Aqsa, uno de los tres lugares más sagrados del Islam.
La crisis motivó que Túnez convocara para hoy en la tarde una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para examinar la situación.
A fines de la semana pasada la ONU advirtió a Israel que la expulsión de personas de sus lugares de residencia podría constituir un crimen de guerra a tenor con las convenciones internacionales vigentes, de obligatorio cumplimiento incluso para países que rehusaron firmarlas, entre estos Estados Unidos e Israel.
Asimismo, la Unión Europea instó al Gobierno israelí de detener los planes de expandir sus asentamientos coloniales en la Cisjordania ocupada y Jerusalén este, al igual que la expulsión forzada de la población autóctona, que calificó de ilegales a tenor con la ley internacional.
De su lado, el ministro de Asuntos Civiles de Palestina, Hussein al Sheikh, a través de la red social Twitter denunció la invasión de policías israelíes a la mezquita de Al Aqsa de ‘crimen atroz’ y dijo que su Gobierno examina todas las opciones para enfrentar la situación.
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