El texto recalca la necesidad de detener todas las prácticas que violan la santidad de la casa de culto, sobre todo durante el mes sagrado del Ramadán, de conformidad con las normas del derecho internacional.
Insiste, además, en la protección de los civiles palestinos dentro de la mezquita de Al-Aqsa y el resto de Jerusalén oriental, así como en su censura a los ataques contra los lugares sagrados y las identidades árabe, islámica y cristiana de la ciudad.
La víspera Nazi Alnajari, subsecretario de Relaciones Exteriores, pidió a la embajadora de Israel en El Cairo, Amira Auron, que intercediera ante su Gobierno en aras de permitir a los palestinos practicar la religión de forma pacífica y segura.
Previo a este encuentro, el portavoz de la cancillería egipcia, Ahmed Hafez, reiteró el rechazo total de la nación norafricana a cualquier práctica ilegal destinada a socavar los derechos legítimos e inalienables del pueblo palestino como la política de asentamientos, la confiscación de tierras o el desplazamiento forzado.
Las acciones israelíes minan las posibilidades de lograr una solución de dos Estados y amenazan los pilares de la seguridad y estabilidad regional, puntualizó.
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