Joseph sustituyó el pasado 14 de abril, al exjefe de Gobierno Joseph Jouthe, quien dimitió sin ofrecer detalles, pero en medio del recrudecimiento de la inseguridad y los secuestros, en especial el de siete religiosos entre los que figuraban dos de nacionalidad francesa.
En la última semana, varios funcionarios del Gobierno sugirieron que estaban en marcha las negociaciones para nombrar a un nuevo primer ministro, incluso el secretario de Estado para la Comunicación, Frantz Exantus aseguró que se valoraban cinco personalidades.
También el expresidente de la Asamblea Nacional (parlamento), Dieuseul Simon Desras, confirmó que podría aceptar el cargo de primer ministro, si el mandatario lograba un verdadero consenso político.
En su escueto mensaje en redes sociales, Moïse señaló que es momento de encontrar una salida favorable a la crisis prolongada durante los últimos 35 años.
Sin embargo, varios sectores de la oposición reiteraron su rechazo a establecer un acuerdo, mientras el gobernante continúe frente al Ejecutivo, y señalan que su mandato constitucional venció a inicios de febrero.
‘Ni referendo ni elección con Jovenel Moise. Se debe respetar el artículo 134-2 de la Constitución’, escribió en Twitter André Michel, abogado y portavoz de la plataforma que reúne a partidos y organizaciones sociopolíticas del país.
En un segundo mensaje, el activista pidió a las fuerzas de la oposición desmarcarse de la convocatoria del Gobierno para instaurar un nuevo gabinete ministerial, y lanzó amenazas para quienes traicionen las reivindicaciones populares.
La postura de las plataformas contestatarias tensa más la cuerda de la profunda crisis política que experimenta el país, con un parlamento disfuncional desde enero de 2020, lo que permite a Moïse gobernar por decreto, además de discrepancias con el poder judicial.
En este contexto, las autoridades promueven un referendo para modificar la Constitución, que también carece de consenso, y elecciones generales para la renovación del personal político.
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