El Jefe Nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, Perry Bellegarde, dijo que los sobrevivientes de tales instituciones educativas y sus familias ‘merecen conocer la verdad y la oportunidad de recuperarse’ de la pérdida de los infantes que murieron’.
‘Una investigación exhaustiva de todos los antiguos sitios de escuelas residenciales podría conducir a más verdades sobre el genocidio contra nuestra gente’, dijo Bellegarde en un comunicado.
Pero según señala el diario The Globe and Mail este lunes, el descubrimiento de esa fosa común en la antigua escuela residencial es solo la punta del iceberg de un problema mayor.
Al respecto el rotativo cita a Sol Mamakwa, miembro del parlamento de Ontario por el Partido Nuevo Democrático, e integrante de la Primera Nación Kingfisher, quien dijo que todos los pueblos indígenas que viven en Canadá hoy en día son ‘sobrevivientes de las herramientas del genocidio de este país’.
El legislador hizo un llamado a las administraciones locales para que trabajen con las Primeras Naciones en cada sitio de escuelas residenciales para ‘buscar a nuestros niños perdidos’.
Las autoridades canadienses encontraron enterrados los restos de 215 niños en Kamloops, provincia de British Columbia, en el lugar donde funcionó la escuela residencial para indígenas más grande del país.
La ministra de Relaciones con los Pueblos originarios, Carolyn Bennett, y el titular de Servicios Indígenas Marc Miller, dijeron en un comunicado conjunto que el descubrimiento es un recordatorio de los daños que siguen sufriendo las familias y los supervivientes.
Por su parte, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, señaló en un mensaje en Twitter que la noticia del hallazgo en Kamloops ‘me rompe el corazón; es un doloroso recordatorio de ese capítulo oscuro y vergonzoso de la historia de nuestro país’.
Desde el siglo XIX hasta la década de 1970, se hizo obligatorio en Canadá que más de 150 mil niños de las Primeras Naciones asistieran a escuelas cristianas financiadas por el Estado como parte de un programa sin basamento científico para asimilarlos a la sociedad canadiense.
Fueron obligados a convertirse al cristianismo y no se les permitió hablar sus idiomas nativos, muchos fueron golpeados y maltratados verbalmente, y se estima que murieron hasta seis mil.
Un informe de hace más de cinco años de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación reportó que al menos tres mil 200 niños habían muerto en medio de abuso y negligencia, y reveló unas 51 muertes solo en la escuela de Kamloops entre 1915 y 1963.
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