Esa valoración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acompañó la presentación de las Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, donde se prevé que en 2022 el número de personas desempleadas en el planeta se sitúe en 205 millones, muy por encima de los 187 millones de 2019.
Esta cifra equivale a una tasa de desocupación del 5,7 por ciento. Antes del periodo de crisis de la Covid-19, solo se había registrado una cifra similar en 2013.
Para la OIT la caída del empleo y de las horas de trabajo se tradujo en una reducción drástica de los ingresos laborales y el consiguiente aumento de la pobreza.
En comparación con 2019, a nivel mundial, la categoría de trabajadores o sumamente pobres (individuo y sus familias que viven con una suma inferior a 3,20 dólares cada uno al día) aumentó con 108 millones de personas.
Según el informe, ‘los cinco años de avance hacia la erradicación de la pobreza laboral se han perdido’, y ello empaña el horizonte de la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible de erradicar la pobreza en 2030.
El documento concluye que la crisis de la Covid-19, afecta con mayor dureza a los empleados más vulnerables, de ahí que también agravó las desigualdades preexistentes.
Dada la falta de protección social generalizada, en particular para dos mil millones de trabajadores informales, las perturbaciones laborales relacionadas con la pandemia tienen consecuencias catastróficas para los ingresos y los medios de subsistencia de las familias.
msm/crc