Muchas miradas estarán puestas en el primer periplo del mandatario y el escrutinio se centrará sobre cómo abordará los asuntos internacionales luego de sus primeros meses en la Casa Blanca, sin grandes iniciativas pese a su largo historial en el área de la política exterior.
Experiencia tiene pero hay que ver hasta dónde puede llegar con la diplomacia en lugar de acudir a la política de presiones y ataques a otros países, incluso aliados que caracterizaron la actuación de su antecesor en la Casa Blanca.
Sus primeros meses en el gobierno estuvieron dedicados a tratar de enfrentar la enorme crisis interna, dígase la pandemia de la Covid-19, la recesión, el desempleo y la llegada masiva de inmigrantes a la frontera sur de Estados Unidos.
En su primer viaje al extranjero esta semana, Biden intentará fusionar intereses haciendo hincapié en que los pasos que dé en la escena internacional tendrán un impacto directo para el estadounidense medio en su país, opinan fuentes de su entorno.
Según un análisis del diario Politico, el inicio de su mandato no se definió por las guerras y los enredos en el extranjero, sino por la pandemia del Sars-Cov-2 y la recesión económica que generó, lo cual le obligó a dejar de lado su primer amor: la política exterior.
Chuck Hagel, secretario de Defensa durante el gobierno del expresidente Barack Obama, opinó que Biden siempre vio la política exterior como parte del proceso de interés general de Estados Unidos, ya sea el comercio internacional o el medio ambiente, el terrorismo, la defensa, entre otros intereses.
La agenda estará cargada. El jueves se reunirá con el primer ministro británico, Boris Johnson, antes de que comience la cumbre del Grupo de los Siete (G-7), de tres días de duración, que se celebrará en Cornualles (Inglaterra) a partir del viernes.
El domingo partirá hacia Bruselas a reunirse con los líderes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para mantener conversaciones bilaterales, y terminar en Ginebra el 16 de junio en una cumbre con el presidente ruso Vladimir Putin.
En la reunión del G-7, Biden sostendrá debates sobre aspectos de comercio, los impuestos y Covid-19, pero no menos importante es la misión de arreglar desacuerdos con los líderes de la OTAN y la Unión Europea en Bruselas, donde se hablará de la seguridad frente a los desafíos de presuntas amenazas de Rusia y China.
Un logro importante en la cita con Putin, pese a divergencias conocidas, pudiera ser adelantar posiciones en las que existen puntos en común como el control de armas nucleares y el cambio climático.
Al adelantar una valoración de la gira presidencial, el diario The Hill comenta que Biden tendrá que equilibrar el deseo de hacer hincapié en las prioridades nacionales en un momento en que la preeminencia mundial de Washington parece más amenazada que nunca.
Asimismo señaló que a lo largo del viaje, el presidente insistirá en que su política exterior reforzará la interior, especialmente en lo que respecta a la economía, vinculando ambas cosas de un modo que otros presidentes recientes, incluido Barack Obama, no consiguieron hacer.
El secretario de Estado, Antony Blinken, señaló recientemente que todas las acciones de política exterior tendrán una línea directa con la economía.
‘¿Qué significará nuestra política exterior para los trabajadores estadounidenses y sus familias? ¿Qué tenemos que hacer en el mundo para hacernos más fuertes aquí en casa? ¿Y qué tenemos que hacer en casa para hacernos más fuertes en el mundo?’, dijo Biden en su primer gran discurso en marzo para adelantar su agenda.
De hecho, esta gira debe marcar que la Casa Blanca busca trabajar poco hacia lo exterior a menos que haya un beneficio para solventar las crisis internas que enfrenta el país ya sea en lo económico, el comercio, el empleo, los acuerdos sobre armas y el cambio climático, entre muchos retos.
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