Poco conocemos de ellos, pero apuntes de zoología destacan que estos pájaros pasan casi toda su vida en vuelo y solo se detienen para reproducirse. Durante 10 meses surcan el cielo sin parar, duermen en plena travesía y ni siquiera detienen sus alas para comer. Su alimentación es totalmente insectívora y un solo ejemplar puede llegar a ingerir hasta 800 insectos al día, de ahí que sean eficientes controladores de plagas en las urbes.
Los vencejos copulan en el aire y únicamente se posan para poner los huevos, incubarlos y criar a sus pichones, y estos, un buen día, abandonan el nido volando súbitamente sin necesidad de previo aprendizaje y no regresan jamás.
En la noche son capaces de elevarse de dos mil a tres mil metros de altura y para dormir reducen los habituales 10 movimientos por segundo a tan solo siete, según el sitio digital nationalgeographic.com.
A causa de su especial morfología alar y sus cortas patas, si caen al suelo experimentan gran dificultad para remontar el vuelo, por lo cual prefieren despegar desde un sitio elevado.
Muchas veces, cuando regresan a una ciudad se encuentran con inconvenientes que no esperaban, como la destrucción de sus lugares de cría por reformas en los edificios o la contaminación del entorno.
Teniendo en cuenta que estas aves representan un indicador de salud de los ecosistemas urbanos y que realizan una simbiosis con el ser humano, es importante no desestimarlas en la planificación en los asentamientos no rurales.
El vencejo sigue siendo hoy un misterio para el hombre y según la revista CurrentBiology aún falta por descubrir cómo gestiona un alto consumo de energía durante 10 meses de vuelo y su facilidad de volar y dormir al mismo tiempo.
(Tomado de Orbe)