A un mes y dos días de su inauguración, los responsables de la cita japonesa aceptaron la presencia de los aficionados en los recintos, aunque no descartaron la posibilidad de celebrar la Olimpiada a puerta cerrada si aumenta el número de contagiados por la pandemia.
Si hubiera un cambio pronunciado en la situación sanitaria, tendríamos que revisar la norma y considerar la opción de no tener público en las sedes, precisó la gobernadora de esta capital, Yuriko Koike, en un comunicado.
Además, aclaró que la decisión sobre el número de hinchas en los Juegos Paralímpicos, del 24 agosto al 5 septiembre, fue aplazada hasta el 16 de julio.
En marzo pasado, el comité organizador suspendió la llegada de espectadores del extranjero debido al alto riesgo sanitario, un hecho inédito desde la primera justa olímpica en Atenas 1896.
Este lunes evaluó y decidió la posibilidad de que aficionados locales disfruten de los Juegos, aunque en un número restringido.
Un sorteo determinará los espectadores que presenciarán las competencias entre los que ya tenían las entradas compradas y los afortunados deberán llevar mascarillas todo el tiempo y tendrán prohibido hablar fuerte o gritar, precisaron los responsables de la magna lid.
En la reunión para decidir la asistencia del público participaron representantes del comité organizador de Tokio 2020, del gobierno japonés, del Comité Olímpico Internacional (COI), del Comité Paralímpico Internacional y las máximas autoridades de esta capital.
El levantamiento del estado de emergencia el domingo en la principal ciudad de Japón y otros departamentos llevó a los organizadores a determinar la aceptación de los espectadores nipones y la cantidad por cada instalación.
Por su parte, el primer ministro Yoshihide Suga advirtió que podría reforzar las restricciones, vigentes hasta el 11 de julio, si los casos de Covid-19 aumentan y el sistema sanitario se halla bajo presión.
Los expertos sanitarios avisaron que sería ideal celebrar los Juegos a puerta cerrada, mientras que algunas asociaciones médicas pidieron su cancelación.
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, expresó el apoyo total de su organización a la decisión de los organizadores, quienes -dijo- intentan proteger mejor a la población japonesa y a los participantes.
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