Prevista hasta finales de julio, la muestra refleja su expresionismo figurativo en 32 obras de soportes tan diversos como pintura, dibujo, escultura, gráfica, mural y joyería y expone el dolor de las poblaciones tradicionalmente marginadas: indígenas, mestizos y afrodescendientes.
Según los curadores, visibiliza también a los habitantes de los cinturones de la pobreza en las grandes ciudades del continente y constituye un arte esperanzador para incidir en el imaginario simbólico de las sociedades, impulsar nuevas lecturas de la realidad y refutar el poder establecido.
Los organizadores recordaron las creaciones de Guayasamín en la década de 1970, significativas colecciones de pinturas como Mujeres llorando, una serie de rostros, matices negros y grises y manos implorantes que desde la conmoción y la expresividad transmiten dolor, anhelo y angustia.
Los expertos refieren, asimismo, cómo el autor ilustra un mundo deformado y ridiculizado, alude a la violencia moral, desconsuelo, opresión, tormento, deterioro, orfandad y muerte e incorpora en sus obras a los pueblos originarios de Ecuador, Perú y Bolivia.
En este sentido, la exposición explora también la dominación sobre las comunidades indígenas desde la conquista española hasta los posteriores regímenes, y el espectador puede acudir a ella de manera presencial o emprender una visita virtual en 3D mediante la página web de la galería.
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